POR:
JORGE CANTILLO BARRIOS
Un repaso en las experiencias nacionales e interrelaciones de guerrillas que silenciaron sus fusiles para buscar el poder por la vía de las urnas.
La elegibilidad política a los jefes de las Farc, es uno de los temas más sensibles dentro de los acuerdos de paz. No solo representa la piedra angular de la negociación –el tránsito de las balas a los votos–, sino que constituye uno de los puntos que más rechazo genera entre los ciudadanos.
La idea de que los responsables de crímenes atroces, como los negociadores que pactan con el Gobierno en La Habana, lleguen a tener curules en el Congreso es uno de los principales argumentos utilizados por la oposición, representada por el Centro Democrático, para impulsar su resistencia civil al proceso.
Para otros, como el senador de la Alianza Verde, Antonio Navarro Wolf, la participación en política es el “corazón del acuerdo de paz” sin el cual la desmovilización de las Farc no sería posible.
Navarro, quien fuera comandante del M-19 hasta su desmovilización en 1990, es uno de los mejores ejemplos de un ex guerrillero haciendo política en Colombia.
El ahora senador fue alcalde de Pasto en 1995 y Gobernador de Nariño en 2011 entre otros cargos públicos. Además, recién desmovilizado, encabezó la lista de la Alianza Democrática M-19 a la Asamblea Nacional Constituyente que obtuvo el 28% de los escaños. Allí detentó el cargo de Copresidente y contribuyó a la expedición de la carta magna de 1991.
De acuerdo con Navarro, que las Farc hagan política es algo que debe darse por descontado. “Decir que no pueden ser candidatos es decir que no se puede negociar”, sostiene.
Sin embargo, afirma que aún hay ciertos matices o detalles que deben ser precisados en la mesa de La Habana.
Uno es la elegibilidad, sobre la cual aún se desconoce si puede ser antes o después de la justicia transicional. “¿Mientras estén pagando sanciones de la justicia transicional, pueden ser elegibles? Eso no está resuelto”, se pregunta el senador.
Otro tema es si se les va a otorgar curules por decreto, uno de los pendientes para firmar el Acuerdo Final.
“¿Pueden estar en el congreso no elegidos y al mismo tiempo estar cumpliendo penas de la justicia transicional?”, plantea Navarro, al tiempo que resalta: “Ojo, no es lo mismo ser designado congresista que elegido congresista”.
“¿Pueden estar en el congreso no elegidos y al mismo tiempo estar cumpliendo penas de la justicia transicional?”, plantea Navarro, al tiempo que resalta: “Ojo, no es lo mismo ser designado congresista que elegido congresista”.
Navarro no es el único caso exitoso de un exguerrillero transformado en político. Por ejemplo, la llegada de Gustavo Petro, quien también militó en el M-19, a la Alcaldía de Bogotá en 2011 representó la mayor victoria electoral de un desmovilizado.
Antecedentes. En los numerosos procesos de paz que se han adelantado en Colombia, los de la primera mitad de la década del 90 fueron especialmente significativos porque consiguieron la desmovilización efectiva de cinco guerrillas, todas durante el gobierno de César Gaviria.
El M-19 fue una de ellas, pero también lo fue el Quintín Lame, el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), el Ejército de Liberación Popular (EPL) y la Corriente de Renovación Socialista (CRS).
Al Quintín Lame, PRT y EPL, desmovilizados en 1991, el gobierno de la época les concedió curules ‘a dedo’ para la Asamblea Nacional Constituyente: dos para el EPL, una para el PRT y una para el Quintín Lame.
Entre los acuerdos pactados con el CRS en 1994, también se incluyó la asignación de curules, esta vez fueron dos para la Cámara de Representantes.
Una constante. El tránsito de la lucha armada a la lucha política es una constante en todos los procesos de paz en el mundo. En latinoamérica hay varios ejemplos de ello.
Quizá el más notorio, por el nivel de aceptación internacional que tuvo durante su gobierno, sea el de José ‘Pepe’ Mujica, expresidente de Uruguay. Mujica, perteneció a la guerrilla de los Tupamaros y pasó más de 15 años de su vida en prisión. Gracias a una ley de amnistía decretada en 1985 salió en libertad e inició su vida política. Hoy dirige el Movimiento de Participación Popular, sector mayoritario del Frente Amplio, la coalición de izquierda que gobierna Uruguay en cabeza de su sucesor Tabaré Vázquez.
Ex M-19 uribista:
Everth Bustamante es senador del Centro Democrático. Como guerrillero del M-19 participó en la toma de la embajada de República Dominicana. Fue alcalde de Zipaquirá por el AD-M19 en 2001 y en 2006 Álvaro Uribe lo nombró director de Coldeportes.