Enver Hoxha; Discurso pronunciado
en nombre del Comité Central del Partido del Trabajo de Albania en la
Conferencia de los 81 partidos comunistas y obreros celebrada en Moscú, 16 de
noviembre de 1960.
«Respecto a esta cuestión Stalin
fue condenado grave e injustamente por el camarada Jruschov y el XXº Congreso.
El camarada Stalin y su actividad no pertenecen solamente al Partido Comunista
de la Unión Soviética y al pueblo soviético, sino a todos nosotros. Igual que
el camarada Jruschov planteó en Bucarest que las divergencias existentes no son
entre el Partido Comunista de la Unión Soviética y el Partido Comunista de
China, sino entre el Partido Comunista de China y el comunismo internacional,
de la manera que se complace en decir que las resoluciones de los XXº y XXIº
Congresos del Partido Comunista de la Unión Soviética fueron adoptadas por
todos los partidos comunistas y obreros del mundo, así, de la misma forma,
debió mostrarse más generoso y consecuente en juzgar los actos de Stalin, para
que aquellas decisiones fueran adoptadas conscientemente por los partidos
comunistas y obreros del mundo entero.
No puede haber dos balanzas y dos
medidas para estas cuestiones. ¿Por qué el camarada Stalin fue condeado en el
XXº Congreso sin que los otros partidos comunistas y obreros del mundo fueran
consultados previamente? ¿Por qué ante los partidos comunistas y obreros del
mundo se lanzó súbitamente el «anatema» contra Stalin, y muchos partidos
hermanos se enteraron de esto sólo cuando el imperialismo hizo imprimir en gran
cantidad el informe secreto del camarada Jruschov?
Al mundo comunista y al mundo
progresista se le impuso, por el camarada Jruschov, la condena del camarada
Stalin. ¿Qué podían hacer nuestros partidos en estas condiciones, cuando
súbitamente, empleando la gran autoridad de la Unión Soviética, se les imponía
así, en bloque, semejante cuestión?
El Partido del Trabajo de Albania
se encontraba ante un gran dilema. No estaba, como por lo demás no estará
jamás, convencido de la razón por la que se condenó al camarada Stalin de la
manera y en la forma como lo hizo el camarada Jruschov. Si, en general, nuestro
partido adoptó las formulaciones del XXº Congreso sobre esta cuestión, no se
ajustó estrictamente a las limitaciones fijadas por él, ni cedió frente a los
chantajes e intimidaciones que se le hacían desde el exterior.
El Partido del Trabajo de Albania
se mostraba realista sobre la cuestión de Stalin, se mostraba justo y
agradecido para con este glorioso marxista a quien, mientras vivió, nadie tuvo
la «valentía» de criticar y a quien, después de muerto se le cubre de barro.
Así se ha creado una situación intolerable tal que en toda una época gloriosa
de la Unión Soviética, cuando fue erigido el primer Estado socialista en el
mundo, fortalecida la Unión Soviética, vencidos con éxito los complots
imperialistas, aplastados los trotskistas, los bujarinistas y los kulaks como
clase; cuando se logró levantar la industria pesada y triunfó la
colectivización, en una palabra, toda una época en que la Unión Soviética se
convirtió en una gran potencia, edificó triunfalmente el socialismo, luchó con
heroísmo legendario en la Segunda Guerra Mundial venciendo al fascismo, una
época en que fue creado el poderoso campo socialista, etc., así pues en toda
esta gloriosa época de la Unión Soviética se niegue el papel dirigente de Iósif
Vissariónovich Stalin.
El Partido del Trabajo de Albania
considera que no es justo, normal, ni marxista que el nombre y la gran obra de
Stalin sean borrados de toda esa época, como se está haciendo. La obra inmortal
de Stalin nos incumbe a todos defenderla. Quien no la defiende es un
oportunista y un cobarde.
El camarada Stalin, por su papel
personal y como dirigente del Partido Comunista de la Unión Soviética, fue al
mismo tiempo el más eminente guía del comunismo internacional después de la
muerte de Lenin; influyó positivamente y con gran autoridad en la consolidación
y el desarrollo de las conquistas del comunismo en el mundo entero. Todas las
obras teóricas del camarada Stalin son un vivo testimonio de su fidelidad a su
maestro genial, el gran Lenin, y al leninismo.
Stalin luchó por los derechos de
la clase obrera y de los trabajadores del mundo entero, luchó consecuentemente
y hasta el fin por la libertad de nuestros países de democracia popular.
Viéndolo desde este punto de
vista, Stalin pertenece a todo el mundo comunista y no solamente a los
comunistas soviéticos, pertenece a todos los trabajadores del mundo y no sólo a
los trabajadores soviéticos.
Si el camarada Jruschov y los
camaradas soviéticos hubiesen enfocado la cuestión con este espíritu, los
graves errores cometidos se hubieran evitado. Pero ellos consideraron de manera
superficial la cuestión de Stalin, y únicamente según el punto de vista interno
de la Unión Soviética. Más, a juicio del Partido del Trabajo de Albania,
incluso desde este punto de vista han valorado unilateralmente la cuestión, han
visto solamente sus errores pasando por alto casi toda su inmensa actividad, su
gran contribución al fortalecimiento de la Unión Soviética, al temple del
Partido Comunista de la Unión Soviética, a la edificación de la economía, de la
industria y de la agricultura koljosiana, y a la dirección del pueblo soviético
hacia la gran victoria sobre el fascismo alemán.
¿Ha tenido errores Stalin? Es
inevitable que en un período tan largo, lleno de heroísmo, esfuerzos, luchas y
victorias, hubiera también errores, no solamente personales de Iósif Stalin,
sino también de la dirección soviética como órgano colectivo. ¿Qué partido, qué
dirigente puede considerarse exento de errores en su trabajo? Cuando se dirigen
críticas a la actual dirección soviética, los camaradas soviéticos nos
aconsejan que miremos adelante, que dejemos a un lado la polémica, pero cuando
se trató de Stalin, lejos de mirar adelante, miraron hacia atrás, muy atrás,
para rebuscar solamente en los puntos débiles del trabajo de Stalin.
Desde luego, había que superar el
culto a la personalidad de Stalin, pero, ¿acaso se puede decir, como se dijo,
que Stalin era el artífice mismo de ese culto a la personalidad? El culto a la
personalidad debía ser superado indiscutiblemente, pero ¿era acaso necesario y
justo que se llegara al extremo de que quien mencionaba el nombre de Stalin era
señalado inmediatamente con el dedo y quien citaba a Stalin era mirado con
malos ojos? Algunos destruyeron con rapidez y diligencia las estatuas de Stalin
y cambiaron los nombres de las ciudades bautizadas con el de Stalin. Pero, ¿por
qué ir tan lejos? En Bucarest, el camarada Jruschov se dirigió a los camaradas
chinos diciéndoles: «Se agarran ustedes a un caballo muerto, si quieren, vengan
a llevarse también sus huesos». Todo esto lo decía refiriéndose a Stalin.
El Partido del Trabajo de Albania
declara solemnemente que se opone a estos actos y a estas apreciaciones sobre
la obra y la persona de Iósif Stalin.
Pero, camaradas soviéticos, ¿por
qué se planteó esta cuestión de tal manera y en tal forma retorcida, cuando
existía la posibilidad de que, tanto los errores de Stalin como los de la
dirección, fueran señalados debidamente y rectificados sin que se produjera
aquella gran conmoción en los corazones de los comunistas del mundo entero, los
cuales no llegaron a estallar sólo debido a su espíritu de disciplina y a la
autoridad de la Unión Soviética?»
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