Año tras año se repite la misma escena: en la época navideña, cuando la mayoría de trabajadores está pensando en celebrar, cuando la resistencia de los maestros y estudiantes está desactivada por cuenta de las vacaciones, se presenta la "negociación del salario mínimo". Esta supuesta negociación no es más que una lamentable y vergonzosa farsa, en la cual participan varios sujetos, pero quede bien claro, ninguno que tenga que vivir con el salario mínimo. De los cerca de 15 millones de trabajadores que ganan el mínimo o menos, la gran mayoría no están sindicalizados a causa de la tercerización y la inestabilidad.
En la mesa de negociación los intereses de los trabajadores los representan los presidentes de las centrales obreras, que hace mucho tiempo ni ganan el salario mínimo ni saben lo que es cumplir horario de trabajo, además cuentan con el apoyo de la Ministra del Trabajo Clara López por la que llamaron a votar a la alcaldía de Bogotá, y que ahora es agente directo del gobierno, no como muchos pensaron que sería una agente de la izquierda en el gobierno. Mientras durante años desde el Polo Democrático, y las altas direcciones de las Centrales obreras nos han llamado a confiar y a respaldar a Clara López, ella ahora desde su puesto como ministra de Santos aconseja que “las centrales obreras tendrán que ponerse en los zapatos de los empresarios”, mostrando del lado de quien está en la Mesa de Concentración Laboral. Es decir que los trabajadores deben, nuevamente deponer sus necesidades para mantener las ganancias de los ricos.
Y son los presidentes de las centrales, los que están sentados en la mesa y que seguramente anhelan en secreto ponerse los caros zapatos de los empresarios, los que siguen imponiendo la postración del movimiento sindical, en una estrategia equivocada que venimos denunciando desde hace mucho tiempo, de apoyo directo o indirecto al actual presidente Juan Manuel Santos, primero con la reelección y luego con el plebiscito, y con la paz laboral que inmoviliza a los trabajadores, todo en nombre de la paz. Lo cierto es que con salarios de hambre para la gran mayoría de trabajadores no hay paz.
Que la crisis la paguen los capitalistas
Este año los "empresarios" y el gobierno recurrirán al argumento de la crisis económica mundial para reajustar lo menos posible el salario. Es cierto que existe una desaceleración de la economía, pero eso no es responsabilidad ni culpa de los trabajadores sino del propio sistema capitalista, incapaz de evitar las crisis, agravado por las mismas decisiones de los poderosos, de la falta de planificación económica, de la anarquía del mercado y de un modelo de desarrollo rentista, parasitario y de baja inversión en la industria, que se complica con la entrega de recursos a las transnacionales exonerándolas de impuestos. Frente a esto decimos:que la crisis la paguen los ricos, finalmente son los que la han causado; si el presupuesto del Estado no alcanza que se suspenda el pago de la deuda a los piratas de las finanzas nacionales e internacionales.
El salario mínimo en teoría debe ser el mínimo suficiente para la reproducción de la fuerza de trabajo, es decir, el mínimo que necesita el obrero o la obrera mensualmente para sobrevivir y criar a sus hijos los futuros obreros. Es un engaño afirmar que el aumento del salario provoca mayor inflación, o produzca desempleo, con esta excusa llevamos varios años sin real aumento y sin que tampoco el empleo mejore. El aumento basado en la inflación no es ningún aumento real sino solo un ajuste de cifras que se pierde en la primera semana de enero de todos los años. El resultado es que los llamados “aumentos salariales” ni siquiera sirven para recuperar la capacidad adquisitiva de los trabajadores que pierden año a año con el resultado de que ya ni la reproducción de la propia mano de obra es garantizada con este mísero salario.
La avaricia de los "empresarios" y el gobierno, les impide comprender que entre más disminuya el salario menos poder adquisitivo tendrán la mayoría de los colombianos, en el momento mismo en que extraen el fruto de nuestro trabajo y nos pagan menos, se quedarán con más parte del valor producido y ganarán más, pero no piensan en qué pasará cuando nadie compre sus productos, sus políticas económicas llevan a su propia ruina. Esa es la causa de fondo de la crisis actual: se concentra la riqueza y se incrementa la pobreza general.
Costo de vida y canasta familiar
El 14% que piden los presidentes de las centrales sindicales no alcanza ni para recuperar el poder adquisitivo perdido con la inflación en los últimos años, más cuando la recién aprobada reforma tributaria aumenta el IVA del 16% al 19%, siendo el impuesto más regresivo y que más afecta el bolsillo de los asalariados. Aunque para la negociación hablan de una inflación de menos del 6%, la realidad es que es posible que cierre cerca del 8,6%, este lamentable forcejeo terminará produciendo un "ajuste" posiblemente inferior a la inflación, así como fue el del 2016, y que en realidad se traducirá en una disminución real del salario. Regatear entre el 6 y el 14% como si eso alcanzara para algo no va a surtir ningún efecto, sentarse a la mesa con el gobierno no es luchar, lo consecuente sería que desde hace varios meses se estuviera preparando una gran movilización nacional de todos los trabajadores, en especial los que ganan el mínimo. Sin movilización en las calles no hay ningún chance de conseguir un aumento real.
El actual salario mínimo no cubre el costo de la canasta familiar, alcanza sólo para la mitad; en muchos casos, debido al desempleo, varias familias deben sobrevivir de un solo salario. Esta situación conlleva a la malnutrición de niños y adultos, lleva a que menores deban abandonar los estudios para trabajar, además de negar el derecho a la cultura y el deporte a millones de familias, sino alcanza para la canasta básica menos para ir al cine, para comprar libros o música.
Esta situación de precariedad es tanto peor para las mujeres, que ganan en promedio 22% menos que los hombres y entre las que se encuentra la mayoría de subempleadas y empleadas a tiempo parcial, por eso también las organizaciones de trabajadores debemos exigir que el salario mínimo sea mayor para las mujeres en especial las cabeza de hogar.
Por un salario mínimo de $1’500.000
Los supuestos representantes de los trabajadores no organizan la lucha para una verdadera presión en las calles, y aparte en la mesa se niegan a exigir un salario justo. Nosotros creemos que el salario mínimo en Colombia debe ser de 1’500,000 pesos. Dado que el mínimo debe alcanzar para la sobrevivencia del obrero y su familia, al menos tiene que cubrir la canasta familiar básica. Varias veces hemos hecho esta propuesta, a los burócratas de las centrales les parece absurda o ridícula, que es mucho pedir y que no es una propuesta "seria" o "realista”. Pero nosotros lo decimos completamente en serio, es real que el salario cubre sólo media canasta familiar, es real que el 14% que ellos piden, en caso de lograrse, correspondería a 3.200 pesos diarios, lo cual como todos sabemos alcanza apenas para dos pasajes en bus; por eso lo que no es serio es decir que se representa a los trabajadores y aceptar tranquilamente el salario de miseria. Mientras tanto las ganancias de las multinacionales, los salarios de los congresistas, altos funcionarios y gerentes de empresas privadas, crecen exponencialmente siendo Colombia uno de los países más desiguales del mundo.
Los trabajadores, somos los que producimos toda la riqueza, nuestro salario no es un regalo sino que es la pequeña parte de la que el patrón no se apropia, por eso nosotros mismos, independiente de todos los patrones, sean Santos, Uribe, Vargas Lleras o el que sea, debemos tomar en nuestras manos las riendas de nuestro destino, debemos salir a las calles, hacer asambleas en sindicatos, barrios y colegios, para dar nosotros mismos la pelea por un salario digno, por estabilidad laboral y contra la persecución sindical, junto a ello hay que luchar por una nueva dirección sindical realmente consecuente que se ponga a la cabeza de la lucha.