A los niños de Colombia
Carlos Castro Saavedra
Podríamos abrir la puerta de una
escuela, sentar a nuestros pequeños frente a los antiguos pupitres, contarles
de los sueños, de la pintura y soltarlos, en los descansos como una bandada de pájaros
en un solar para aprender a cuidar plantas y animales, a dibujarlos con lápices
de colores, con un simple acto de magia; pronunciar el título de este libro A los
Niños de Colombia y leer con ellos la palabra escrita.
Pero no empecemos por el final y repasemos con
el poeta la educación que hubiera querido para esos niños. Sus textos son dicientes,
la poesía siempre nos habla no al oído sino a la sensibilidad y nos orienta
hacia lo que podría debería ser el mundo que hemos perdido.
Con delicadeza, con afecto, cantemos las
rondas de Carlos Castro Saavedra. Ahora llaman “taller” el juego alegre entre
Duendes entre cuatro y seis años, el disfrute de los poemas que bailan, las voces
diminutas, el aleteo de las manos en vuelo al compás de la música.