LO HACE A NOMBRE DE LA SOCIEDAD CIVIL INDIGNADA POR FALTA DE DERECHOS
Agradecemos a la Revista Pensamiento Caribe por compartir esta importante entrevista con El Humanitario. Periodismo Libre E Independiente. La destacada trayectoria y el profundo compromiso de Jaime Araújo Rentería con los derechos de la sociedad civil colombiana merecen ser conocidos por todos. Su decisión de aspirar nuevamente a la Presidencia de la República refleja una dedicación inquebrantable a la inclusión y la defensa de los derechos fundamentales. Esta conversación ilumina aspectos cruciales para nuestro futuro y es un honor poder presentarla en nuestras páginas. Gracias por permitirnos ser parte de esta valiosa discusión.
ENTREVISTA
La Sociedad Civil Indignada Por Falta De Derechos.
Por: Sala De Redacción Y Entrevistas, Revista Pensamiento Caribe
Jaime Araújo Rentería Resolvió Aspirar De Nuevo A La Presidencia De La República. Lo Hace A Nombre De La Sociedad Civil Indignada Por Falta De Derechos
La gran pregunta que se le ocurre a la gente de la calle es sobre si Jaime Araújo Rentería tiene posibilidades de ganar la Presidencia de la República en la contienda de 2026. Uno que otro imbécil se pregunta si el exmagistrado tiene dinero suficiente para aspirar a una dignidad de semejante envergadura, otros, un poco más estúpidos, se preocupan por saber si el reconocido jurista costeño tiene el beneplácito o bendición de los tradicionales dueños del poder político colombiano central, una cosa que la modernidad del funcionamiento electoral denomina avales de los desprestigiados partidos. Con su pausado discurso de experto conferencista y de curtido docente universitario, Jaime Araújo Rentería admite por primera vez, en esta ocasión, y sin ambages de ninguna naturaleza, que está dispuesto a recorrer de nuevo al país para proponer su nombre y escuchar la genuina versión del pueblo raso de las que serían sus prioridades para el cargo de Presidente de la República. Sospechando que en cualquier momento lo íbamos a fusilar con esa pregunta, nos convenció el entrevistado para que empezáramos por tratar ese grueso asunto de la entrevista de primero. De esa forma, sin prolegómenos de ninguna índole, el expresidente de la Corte Constitucional, confesó su interés en comunicar a todos los colombianos su ineludible decisión de aspirar y de poder llegar como ganador al primer cargo de la nación, interpretando y representando los intereses esenciales de la sociedad civil indignada por falta de derechos. Así comenzó:
JAR: Mi condición, expresada a lo largo de todo el país y frente a diferentes sociales y organizaciones que me apoyan, es que acudiremos a la recolección de firmas y a la discusión de un nuevo modelo político y democrático, incluyente, pero de ninguna manera subordinado de los viejos y caducos exponentes de la tradicional forma de entender la política. Esta es una situación de principios, además, en el entendido de que es la única vía de llegada de los nuevos sectores de la sociedad colombiana a los diferentes estamentos del poder público. Esta vez será la sociedad civil indignada por falta de derechos o por no poder acceder a ellos la que recogerá las firmas. Aspiramos a tener el aval político colectivo del pueblo colombiano. Eso lo tenemos avanzado.
PC: ¿Significa, que usted
y sus amigos no tienen, como prioritaria tarea, encontrar la sombra de
poderosos partidos de izquierda, centro o derecha, para obtener los avales
de su aspiración presidencial y la de los integrantes de listas al Congreso?
JAR: Usted lo ha dicho. Esa no será nuestra prioridad. Nuestra principal vocación será concentrarnos en edificar una nueva fuerza parlamentaria con gente útil para sociedad, que nunca ha estado mangoneando en la política nacional o regional y en perfilar una nueva forma de gobernar, privilegiando los derechos de las regiones y los de toda la sociedad colombiana, sin excepciones. Esa es nuestra principal oferta de cambio real para el pueblo colombiano.
PC: Doctor Araújo, ¿Cuál es la diferencia entre esa propuesta suya y las de otras candidaturas que también hablan de inclusión y de beneficiar a la sociedad con toda clase de derechos para todos?
JAR: La diferencia es que mi vida y la de la mayoría de los dirigentes que estamos embarcados en esta tarea, la hemos entregado a la defensa de los derechos. No es la nuestra una propuesta banderiza, es un compromiso de vida que la gente sabe descubrir y comprobar. Por ejemplo, en materia de paz, hemos entregado nuestro músculo intelectual, en la Corte, en la academia y en todos los escenarios y confrontaciones de nuestra existencia, a favor de la paz de los colombianos, sin excepción alguna. Hemos sido y somos coherentes y consecuentes. La gente lo sabe y lo reconoce. En otros terrenos, por ejemplo, en las discusiones sobre los derechos de los pensionados, hemos hecho lo que nos corresponde, además, lo digo con todo respeto, a mí se me puede escrutar y medir en los diferentes espacios de la historia de la sociedad colombiana, por nuestra capacidad de ser invariablemente independiente de los grandes centros del poder económico que mueven los hilos de la política. A otros, contrario sensu, se les ve en la angustia política cotidiana de hallar patrocinadores, llámense jefes políticos de los partidos tradicionales o de grupos económicos con inconfesables intereses en la política. Nosotros estamos en la orilla diferente. Le huimos a esas deshonrosas marquillas de la vieja política de izquierda y de la derecha.
PC; ¿Por qué la sociedad
civil está indignada?
JAR: Simplemente, porque No tiene derechos y porque No cesan los asesinatos, ni siquiera en el autodenominado gobierno del cambio, de líderes y lideresas de la sociedad civil. Fíjense que la situación es crítica, pues en el 2024 fueron asesinados 173 líderes, según la base de datos de Indepaz, y en lo que va del 2025, el promedio se acerca a un asesinato cada 2 días. Concluyamos en que es evidente que la falta de derechos a que han sometido a la sociedad, todos los gobiernos y la clase política dirigente colombiana, ha incidido en la creciente indignación que tenemos. La sociedad civil democrática, integrada por mujeres y hombres demócratas, indígenas demócratas, afro descendientes demócratas, jóvenes demócratas, campesinos y obreros demócratas, víctimas del conflicto armado demócratas, trabajadores e intelectuales independientes demócratas, miembros de organizaciones políticas y sociales de base, hemos decidido organizarnos, para tomar nuestro destino en nuestras propias manos, para ser sujetos y no objetos, de nuestro proceso histórico, tanto en el ámbito económico, como en el social, cultural, ideológico y político de Colombia. Llegó la hora, en que la sociedad civil, haga oír su voz y ejerza el poder de su mayoría, hasta ahora silenciosa; que ha sido objeto de la violencia por parte del Estado y del no estado; de la violencia armada y de la económica, de la política y de la jurídica; de la social y cultural; de la violencia contra los derechos de los colombianos: violencia contra la vida y el trabajo; contra la salud y educación; contra su integridad física y la integridad del medio ambiente que lo rodea; violencia contra su libertad y su seguridad; violencia contra su derecho al desarrollo y contra la paz con justicia social; en una palabra, violencia contra todos los derechos de la sociedad civil. Decimos claramente, que los demócratas de la sociedad civil, no somos inferiores a nuestro pueblo y a nuestro momento histórico, ni eludimos nuestro compromiso con el futuro, que vamos a luchar por la unidad de todas las personas demócratas, sin distinción de partidos políticos u organizaciones sociales, sin diferencia de sexo, raza, religión, edad, etc.; unidos con el pueblo campesino y obrero, constituyendo una organización con los estudiantes, con los trabajadores de los distintos sectores de la economía, desde el área de la salud, pasando por la educación hasta el sector minero; unidos con luchadores y luchadoras por la defensa de derechos humanos de la sociedad civil. Este frente político y social nos garantiza el triunfo de las fuerzas democráticas y lograr la transformación de las instituciones y estructuras del Estado y la sociedad colombiana, en una sociedad más justa, donde los colombianos vivan en paz con más derechos.
PC: ¿Para usted qué es la
Sociedad Civil?
Podemos definir el concepto de sociedad civil, como la diversidad de personas que, con categoría de INDIVIDUOS o ciudadanos, y particularmente o de manera colectiva, actúan para adoptar decisiones que le interesan como individuo o sociedad en el ámbito público, en los temas y problemas que les afecten, que pueden ir desde la salud, la educación, el ambiente, bienestar social, el trabajo, la seguridad social, la paz, el desarrollo, la cultura y derechos humanos, entre otros. Este concepto, presupone que se trata de personas que se hallan fuera de las estructuras gubernamentales, de los partidos políticos, de empresas o poderes económicos y de las instituciones religiosas. Esto excluye a los miembros de las tres ramas del poder: legislativo, ejecutivo y judicial y a la clase política, incluidos los políticos que se han pasado toda la vida haciendo política y diciendo que no son políticos. Y que, aunque se pongan títulos y remoquetes distintos, cuando se califican como miembros de la oposición, de la derecha, centro o de la fementida izquierda, tienen los mismos vicios y defectos de las rancias elites políticas, comenzando porque tienen los mismos privilegios y son enemigos del pueblo trabajador, al que le niegan todos sus derechos.
PC: ¿Qué hará la sociedad
civil ante los 2 grupos que aspiran al poder, es decir, entre quienes
quieren volver al pasado y quienes siguen confundidos con un cambio que no fue?
JAR: Una cosa es lo que propone la derecha en Colombia, que recoge Pastrana, Uribe, Gaviria, Vargas y aliados, otra, lo que proponen el Pacto Histórico y otros grupos políticos a su alrededor y otra, completamente distinta, es la alternativa que proponemos los demócratas independientes de la sociedad civil. Los primeros son los que quieren volver al poder para darnos más de lo mismo, Falsos positivos, chuzadas, miseria, falta de educación y salud, falta de empleo y de oportunidades para los jóvenes y para los que tienen preferencias sexuales distintas, etc., y con los mismos actores y patrocinadores (Pastrana, Uribe, Gaviria, Duque, Santos, etc.). Los segundos quieren mantenerse en el poder, sin cumplir sus promesas de respetar los derechos de las mujeres o de los diversos sexuales, sin honrar sus promesas de lucha frontal contra la corrupción, sin respeto por la naturaleza-como sucede con las ballenas de Gorgona-, sin tomar distancia de los corruptos en los territorios, con tal de que voten en el Congreso proyectos del gobierno; Parece que poco importa con quién hacer los pactos, ni sobre qué bases axiológicas o programáticas. El único objetivo claro que tienen es ganar, sumando votos, aunque en el camino perdamos el alma o la conciencia política. Frente a estos 2 grupos, tenemos los miembros de la sociedad civil independientes, que queremos una Colombia de progreso y dignidad, donde el que tiene empleo lo conserve y el que no lo tiene lo obtenga, donde los derechos se amplíen para todos y no se restrinjan cada día más, como ahora sucede. Donde el que cree riqueza con sentido social, pueda seguir creándola, donde la riqueza justa no sea el problema sino la gravedad de la injusticia de la pobreza. Sociedad Civil independiente que cree en la dimensión humana del crecimiento económico, que éste debe aumentar con la totalidad de garantías, además de l patrimonio económico, la esperanza de vida, la salud y la educación de todos los colombianos, que cree que un pacto social entre capital y trabajo puede ser el comienzo del desarrollo sostenido y sostenible. Sociedad civil independiente que cree que el hombre es un fin en sí mismo, que no puede ser tratado como una cosa y que es más digno en la medida en que la sociedad disfruta de más derechos. Que las personas son más importantes que las cosas y que las personas están primero; que los Gobiernos-incluido el Presidente- deben estar al servicio de las personas y no las personas al servicio de los gobiernos. Que todas las personas son igualmente dignas y, por lo mismo, merecedoras de todos los derechos humanos.
PC: ¿Qué le dicen y
preguntan a usted los miembros de la sociedad civil indignada?
JAR: Me dicen que asuma mi responsabilidad histórica como lo hice en el 2010, como candidato Presidencial, para defender los derechos de los colombianos, cuando fui el único candidato que me opuse a la guerra y defendí la paz con justicia social entre colombianos, lo mismo que la paz con nuestros hermanos latinoamericanos que, como dijera ese gran latinoamericano que fue José Martí, la mejor manera de decir es hacer y que como ya defendí los derechos del pueblo es seguro que continuaré defendiéndolos: Ayude a darles, por primera vez, en el 2001, a las víctimas de la violencia sus derechos a la verdad, a la justicia, a la reparación y la garantía de no repetición; a las mujeres sus derechos como madres cabeza de familia, en su licencia de maternidad, o la libertad para que decidieran autónomamente qué hacer cuando resultaban embarazadas al sufrir la tragedia de la violación. A los trabajadores y pensionados ayude a darles el derecho a conservar el valor adquisitivo de su salario; a los pensionados su derecho a que no les quitaran su salario, si previamente no los incluían en la nómina de pensionados. Defendí los derechos de los niños para que prevalecieran sobre los demás; defendí a los jóvenes, a las afrodescendientes cuando las discriminaron para que no entraran a una discoteca en Cartagena; a los indígenas cuando les fumigaban o quitaban sus territorios ancestrales o quitaban su saber milenario las trasnacionales farmacéuticas. Luché contra la discriminación por razones de raza, religión, opinión política o filosófica, para que todos tuvieran iguales derechos, incluidos quienes tienen preferencias sexuales distintas a las mías y pudieran darles a sus parejas la seguridad social, los alimentos, la sustitución pensional. Defendí a los consumidores para que no les pusieran más impuestos de IVA cuando la situación económica se había empeorado; defendí a las víctimas del Upac-Uvr, para que no les quitaran su vivienda a 2 millones de colombianos. Defendí la autonomía regional para que las personas donde viven, puedan darse sus autoridades, manejar sus recursos y resolver sus propios asuntos. Defendí la autonomía universitaria y más recursos para las universidades públicas; el aumento de la cantidad y la calidad en la educación y la salud; la creación de empleo y los derechos de los trabajadores, que no les quitaran sus conquistas laborales. Me opuse al TLC con Estados Unidos y a la reelección de Uribe. Como abogado independiente recuperé, junto con 3 compatriotas más, la personería jurídica de la Unión Patriótica y antes había logrado que se anulara la nota diplomática, por medio de la cual la oligarquía colombiana le regaló a Venezuela los Monjes, lugar donde se concentran las mayores reservas de petróleo del mundo. Estos son sólo algunos de los derechos que he defendido. Como dijera José Martí: haceres la mejor manera de decir que hice; desde la Corte Constitucional, o como abogado independiente, por los derechos de mis hermanas y hermanos colombianos. Cuando me preguntan qué he hecho yo por la defensa de los derechos del Pueblo Colombiano., yo les respondo, que he dedicado toda mi vida a la defensa de sus derechos y especialmente durante los 8 años, que estuve como Magistrado en la Corte Constitucional, de cara a los problemas del país que pasaron todos por el tribunal constitucional: defendí los derechos de todos los colombianos en todos los lugares del país sin ambigüedad; me opuse al mal llamado estatuto antiterrorista de Uribe, cuyos resultados se están descubriendo en casos como la escombrera de Medellín, donde todavía quieren impedir que los familiares de las victimas expresen su dolor, quitándoles sus grafitis-estatuto violador de derechos humanos, que fue defendido por candidatos que hoy aspiran a la presidencia y hablan de libertad; la ley equivocadamente denominada de justicia y paz no se definió en la alcaldía de Medellín o de Bogotá; los derechos de los diversos sexuales, el UPAC-UVR o el aborto no se definieron ni por el congreso ni por el gobierno, que se opuso al derecho de las mujeres violadas a interrumpir el embarazo, ni mucho menos por los alcaldes de Medellín o Bogotá, sino en la corte constitucional. En todos estos temas mis posiciones fueron claras y en defensa de los derechos, por eso soy un candidato confiable que habla claro. Mi posición sobre la reelección Presidencial, es una posición de principios. Como quedó consignada en mi salvamento de voto contra la sentencia de la Corte Constitucional que la permitió. Otra reelección, en cuerpo propio o ajeno, no soluciona el problema, sino que lo agrava. Cuando hablo contra toda reelección, incluida la mía, los colombianos me creen porque saben que ya me opuse a la concentración del poder y a la vulneración de sus derechos, a diferencia de otros candidatos presidenciales que la quieren o la patrocinan en cuerpo ajeno, para perpetuarse en el poder. Por estas y otras muchas razones que es imposible enumerar en tan poco tiempo, es que Jaime Araujo Rentería será un Presidente, independiente, confiable que habla claro y que lo dice de la mejor manera: haciendo; ya que la mejor manera de decir, es hacer y Jaime Araujo Rentería ya hizo y seguirá haciendo por los derechos de los colombianos. Porque queremos ciudadanos con derechos y no mendigos del presidente de turno. Nosotros queremos construir un mundo sobre principios y valores, donde exista confianza entre hombres y mujeres, fe y lealtad entre ellos, amistad y esperanza; donde no exista la indiferencia sino la solidaridad.
PC, Háblele a los colombianos sobre lo que usted piensa hacer contra la corrupción. ¿Cuál es su estrategia?
JAR: Lo primero es que la mejor estrategia es el buen ejemplo de las altas esferas del gobierno nacional incluyendo el ejemplo del primer mandatario y el de su familia. Reconozco, además, que en materia de decisiones anti corrupción la cuestión no es de decretos y de procedimientos, es muy importante el capital humano vinculado al gobierno por méritos y probadas capacidades, jamás por simples recomendaciones políticas. A la gente que pregunta yo le respondo que el tema de la corrupción va más allá de un tema de buenos y malos, que pasa por el tema del modelo económico, neoliberal, que defienden por igual unos y otros. Para nosotros, el anacrónico modelo del funcionamiento centralizado del Estado incide y determina la generación de prácticas corruptas en el centro del país y particularmente en la periferia alejada. La sociedad civil sabe que la lucha contra la corrupción pasa fundamentalmente por la lucha para darle derechos humanos a todos los colombianos; la corrupción es grave, porque trastoca todos los valores de una sociedad y de los individuos que la integran; porque envilece el alma de las personas, pero lo es más, porque priva a las personas de una serie de derechos humanos: los corruptos le quitan la salud al pueblo; la educación a los jóvenes; el empleo a los trabajadores; las oportunidades de progreso a las mujeres y de vivienda a quien no la tiene; etcétera. La corrupción es una de las mayores fuentes de violación de derechos humanos, y la falta de derechos humanos, es un caldo de cultivo para la corrupción: cuando todas las personas no tienen asegurada la educación, como un derecho humano, aparece el político corrupto, que controla los cupos en los colegios o las becas en las universidades y obliga a los padres de familia a que voten por él, a cambio de darles la beca o el cupo en el colegio para sus hijos. Cuando no está garantizado el derecho al trabajo, o no se respeta el concurso de méritos, se le da al corrupto que maneja puestos o contratos, la oportunidad de obtener votos a cambio de los puestos o contratos. Cuando sólo una minoría tiene garantizado el derecho a la salud, se vuelve importante el político corrupto que maneja la salud y que puede obtener votos a cambio de darle un poco de salud al pueblo. Por esta razón, si de verdad queremos combatir la corrupción, debemos darle a todos los colombianos todos sus derechos humanos para, de esta manera, hacer desaparecer los intermediarios corruptos que juegan un papel fundamental, cuando hay escasez de derechos humanos, traficando con las necesidades del pueblo y perpetuando el círculo de la corrupción. La lucha contra la corrupción pasa por el otorgamiento de los derechos humanos a todos los colombianos: a menos derechos más corrupción. Son causas de la corrupción la pobreza, la falta de salarios decentes. Sirve para combatirla, hacer realidad el derecho a la educación universal, educar en ética y en valores; repudiar el maquiavelismo de que el fin justifica los
medios y de que todo se vale; por el contrario enseñar con Kant que en toda esfera de la actividad del hombre, incluida la esfera política, la mejor política es la corrección; que la fuente de la riqueza de los hombres y de las sociedades debe ser su trabajo, es necesario la transformación del régimen económico y político capitalista, que ha hecho del dinero un Dios. Entonces, debemos concluir en que lo más correcto y necesario es darles los derechos y asegurar el acceso a los mismos, a todos los colombianos, ya que la falta de esos derechos es la que permite a los corruptos traficar con las necesidades del pueblo; de ahí que sean necesarias instituciones como la revocatoria del mandato de todos los elegidos, comenzando por el Presidente de la República y los congresistas.
Los Miembros de la sociedad civil me preguntan qué hacer por la seguridad en todas sus manifestaciones, comenzando por la personal, que hoy se encuentra amenazada en los diferentes rincones de Colombia, donde los delincuentes y las mafias se han apoderado del territorio para quitarles las libertades-de tránsito, locomoción, opinión, personal, etc.- y los derechos a todos los colombianos. siempre les contesto, que es necesaria, la seguridad popular integral, contra todos los actores armados, que no es lo mismo que la mal llamada Seguridad Democrática que hoy quieren revivir los huérfanos del poder, al reducirla a una seguridad sólo frente a uno de los actores, la delincuencia política armada, dejando al resto de los colombianos sin seguridad frente a los paramilitares o delincuencia organizada o común, que hoy, desafortunadamente, azota nuestras ciudades, nuestros barrios o nuestras calles. Dicha seguridad democrática trasladó la violencia del campo a la ciudad y, paradójicamente, democratizó la inseguridad, pues no hubo lugar de la patria, incluida la esquina de nuestra casa, donde no pudieran llegar a asesinarnos o secuestrarnos. Para el ciudadano es indiferente quién lo secuestre o asesine, sea de la delincuencia política, de los paramilitares o de la delincuencia común; pues lo que los colombianos queremos es ser libres de todos los actores armados. Nos duelen los asesinados o secuestrados por la delincuencia, o lo que es más grave las víctimas del genocidio de los falsos positivos; cuando la misión del Estado en un régimen de derecho es protegerlo de todos los violentos y dar ejemplo no violando la vida, la libertad o la integridad de sus ciudadanos. Tampoco se logra la seguridad nombrando gestores de paz a los emblemáticos violadores masivos de derechos humanos y mucho menos si no se han arrepentido, demostrándolo con actos de verdad y reparación eficaz. Además de esa seguridad los colombianos necesitamos saber que, si mi madre o mi hija se enferman, existe un médico y un hospital donde atenderla; necesitamos la seguridad en la salud, de la cual la mayoría de los colombianos carece. Creemos, además, que nuestros compatriotas, especialmente analfabetas, necesitan tener el derecho a la certeza y seguridad de que sus hijos serán mejores que ellos, pues deberían existir suficientes escuelas para que se eduquen; queremos la seguridad en la educación. Nuestros obreros y trabajadores sienten temor y terror cuando el patrono les dice que ya no tienen más empleo porque la empresa ya no puede exportar a Venezuela o Ecuador, porque estamos en guerra con nuestros hermanos latinoamericanos; necesitamos la seguridad en el trabajo. Por estas razones estamos proponiendo otro concepto de seguridad: La seguridad popular integral que además de la seguridad contra todos los actores armados nos dé seguridad en nuestros derechos humanos.
PC: ¿Cuáles
fueron las principales razones para considerar de nuevo la posibilidad de
ser presidente de la república?
J.A.R. Con seguridad, porque lo he escuchado en diferentes círculos de la sociedad, desde los más encumbrados de la academia y de la ciencia política, hasta de la boca de los más apartados de la periferia colombiana, una razón importante ha sido que se me reconoce, modestia aparte, el profundo conocimiento que tengo del Estado, y es justo que así sea porque llevo más cuarenta años estudiándolo y enseñándolo como profesor de teoría del Estado, de Derecho Constitucional. He escrito una decena de libros sobre estos temas, que la gente reconoce, y así lo manifiesta, pues mi vasta experiencia en el manejo de los asuntos del país es evidente, porque, además de estudiar y enseñar los derechos humanos, los he defendido durante toda mi vida, incluidos los ocho exitosos años que estuve como magistrado y como presidente de la Corte Constitucional, defendiendo derechos humanos de miles de colombianos que han sido discriminados. La gente que se ha reunido permanentemente conmigo ha comprendido que he ayudado a solucionar los problemas más difíciles del país y que, por ser difíciles, precisamente, los demás los eludían, hay ejemplos de esa experiencia. Muchos problemas que no encontraron solución en las instituciones encargadas de resolverlas y no fueron resueltos, ni por Presidente de la República, ni por los ministros, ni por los congresistas, ni mucho menos por los alcaldes de Bogotá o Medellín, que hoy aspiran a la presidencia, nos tocó enfrentarlos y encontrarles solución en nuestro complejo escenario de Magistrado. Temas difíciles, como el de las mujeres, respecto a su libertad para decidir qué hacer cuando sufrían la frecuente tragedia de la violación, escuchando su conciencia, o el de quienes tienen preferencias sexuales distintas a la mía, para que pudiesen darles a sus parejas, los mismos derechos que yo le doy a mi esposa, de salud, de alimentos, de sustitución pensional; o el de si a la clase media o a los más pobres les seguían quitando más de un millón de viviendas, o el de si las víctimas de la violencia tenían derecho a la verdad a la justicia y a la reparación. Todos esos asuntos fueron resueltos por el tribunal constitucional, con el voto y el apoyo decidido nuestro, lo que me da una gran experiencia en el manejo de asuntos delicados, al mismo tiempo satisfacción y tranquilidad electoral. Porque soy coherente entre lo que creo, digo y hago. Otros dicen que defienden el derecho a la vida y luego como ministro de defensa u otro cargo de poder, nada hacen para impedir que asesinen a jóvenes inocentes como ocurrió con los de Soacha. Algunos dicen que la vida es sagrada y al mismo tiempo defienden la guerra interior y la guerra con nuestros hermanos latinoamericanos, como si no supieran que la guerra es la principal enemiga de la vida. Puedo decir que yo le di derechos a las víctimas de la violencia y no me alié con los victimarios como hicieron varios funcionarios que gobiernan o gobernaban de la mano de los victimarios. Por esa razón puedo decir que soy el único candidato confiable que está defendiendo los derechos de la gente, porque ya lo hice en el pasado y por eso me creen incluido el derecho a la paz interior y con nuestros hermanos latinoamericanos.
PC: ¿Por qué reclama usted su estatus de candidato Independiente?
J.A.R. Porque es verdad, claramente es verdad, soy el único independiente de los partidos políticos tradicionales y de grupos económicos y por lo mismo NO tengo que pedirle permiso a nadie para presentar mi candidatura a la Presidencia de la República. Fíjese cómo los demás candidatos no se atreven a desafiar a sus dueños políticos y no serán candidatos sin su permiso. Todos los candidatos de la derecha, NO serán candidatos si no obtienen sus permisos y lo mismo sucede con los del Pacto Histórico o sus semejantes coaligados y mezclados entre ellos; todos ellos serán candidatos si los autorizan los encargados de despachar los avales. La gran mayoría son candidatos sin autonomía política, o lo hacen para terminar en una lista cerrada y anti democrática para el Senado. Nuestra disposición es llegar hasta el final, sin pedirle permiso a ningún poderoso, ni política ni económicamente, sólo le pedimos permiso al pueblo colombiano. Nuestro aval será el del pueblo colombiano, el de la sociedad civil indignada por falta de derechos. Porque soy un candidato que, como dijera Adela Cortina, NO tiene la ética del camaleón, que a todo se acomoda y que pasa sin ruborizarse de ser ministros en el gobierno de la paz a ser ministros en el gobierno de la guerra, o viceversa, o que ayudaron a crear el engendro uribista, o desconocieron los derechos de las víctimas de la violencia de la sociedad civil a la reparación, la verdad o la justicia o la garantía de no repetición o usurparon la soberanía y el poder constituyente del pueblo y ahora nos quieren hacer creer que no tienen ninguna responsabilidad en los sufrimientos del pueblo y en su falta de derechos. La clase política de todos los matices, en concubinato con los grupos económicos responsables de la crisis, quieren darnos más de lo mismo y hacernos creer a punta de sus medios de comunicación y de sus encuestas que todo está decidido; que el pueblo está condenado a tener los mismos verdugos de sus derechos, durante toda su vida. Pero esto no es cierto, ya que hemos venido, como futuro presidente a asumir nuestra responsabilidad histórica desde ahora, y decirles a los indignados de Colombia lo que nos enseñaron las madres de Soacha, que además de llorar su dolor, votarán contra los responsables de la muerte de sus hijos y a favor de quien ayude a darles derechos a las víctimas, ellas podrán conocer la verdad, la reparación y la justicia y saben que su voto vale tanto como el del ministro que nada hizo por impedir la muerte de sus hijos. Saben que el voto del que no tiene el derecho a la salud, o a la educación o al trabajo, vale tanto como el del ministro o el presidente que les quito la salud, el empleo o los dejó analfabetos. El pueblo no acepta más discriminaciones, ni religiosas, ni políticas, ni sexuales, ni de raza, ni económicas, ni de clases sociales, ni de los grupos económicos, ni de los medios de comunicación, porque como dijera Gaitán, el pueblo es superior a sus dirigentes y llegó la hora de decirles Basta Ya de los mismos y de lo mismo y de elegir bien.
PC: La pregunta del millón es ¿Cómo lo harán?
J.A.R. Como lo hemos venido haciendo hace cerca de dos años, recorriendo todo el país, yendo a todos los rincones de Colombia, escuchando y hablando con el pueblo, conociendo sus problemas y sus posibles soluciones, pues sabemos que nadie está más cerca de la solución de un problema que quien lo vive. Ya hemos recorrido casi toda la región Caribe y muchos lugares de Colombia, como miembros de un anhelo de los colombianos llamado Causa Colombia y de su manifestación en la costa atlántica llamada Causa Caribe. Ya hemos debatido y tenemos un programa y unas propuestas para debatir, enriquecer o agregar temas, comenzando por la Asamblea Popular Constituyente, por un PACTO SOCIAL PARA EL PROGRESO SOCIAL, donde se tomen en serio a los actores sociales y económicos para luchar contra la pobreza, el desempleo y el alto costo de la vida, que proteja los derechos a los Colombianos desde la cuna hasta la tumba; el Estado federal, la salud y la educación para todos- que fomente la ciencia, la cultura, el arte, el deporte y la tecnología. Paz entre los seres humanos y PAZ CON LA NATURALEZA. Defenderemos el derecho a un medio ambiente sano y sostenible y por lo mismo propugnamos por energías renovables, conservar el agua y el aire puros, impedir el cambio climático y vivir en armonía con la madre tierra. Por el derecho de todos a una vivienda digna. Democratización del acceso a la vivienda. Igualdad para las mujeres y protección a niños, discapacitados, población vulnerable y personas de la tercera edad. Las reformas políticas, del Congreso, de la justicia; las reformas agrarias, urbana y financiera, democráticas. Buscamos la unidad del pueblo colombiano por la base y hablaremos con todos los demócratas de todas las vertientes. Vamos a luchar por la unidad de todas las personas demócratas, sin distinción de partidos políticos u organizaciones sociales, sin diferencia de sexo, raza, religión, edad, etc. Apoyamos la diversidad étnica, racial, cultural, sexual, familiar, de opinión, religiosa y filosófica. Para nosotros será una prioridad la atención y defensa de los Servicios públicos para todos y a bajo costo para los más pobres. Defendemos el Derecho a la Vida Digna. No al genocidio, Sí a la eliminación del paramilitarismo y de todas las formas de terrorismo de estado o no estado, incluida la doctrina Militar de la Seguridad. Apoyamos el derecho de los jóvenes a auto representarse, no sólo en la organización de las listas y conformación o composición del Congreso, sino también en las Asambleas Departamentales, Concejos Municipales, Juntas Administradoras Locales, donde deben tener como mínimo 3 representantes por derecho propio y, en todo caso, de no menos del 10% del total de la representación política en esos órganos. Los apoyamos en su primer empleo o como jóvenes emprendedores. En pocas palabras proponemos para los colombianos la Paz con Justicia Social y Ampliación de la Democracia Política y la Democracia Económica.