El latido dorado de las abejas: la revolución de la miel en Cundinamarca

 Por. Editson Romero Angulo

Periodista 

En las montañas de Viotá, cuando el sol apenas se asoma entre las hojas de guayabo y cafetal, se escucha un zumbido que no es ruido: es respiración colectiva. Las abejas, dueñas invisibles del amanecer, comienzan su danza de recolección. Aquí, en agosto de 2025, se llevó a cabo una jornada que podría cambiar el rumbo de la apicultura en Cundinamarca: entrega de resultados de laboratorio para nueve muestras de miel y una capacitación intensiva en buenas prácticas apícolas.

No fue un evento aislado. Forma parte de un proceso departamental que, hasta ahora, ha recolectado 195 muestras en 30 municipios para evaluar calidad, pureza y potencial comercial. La meta: fortalecer un sector que en el departamento cuenta con más de 1 000 apicultores, según la Secretaría del Agrocampesinado.

La voz de los campos


Rafael Gaitán, apicultor de Viotá desde hace 24 años, sostiene un cuadro de panal que brilla como un vidrio líquido a la luz de la mañana.
Esto es solo miel "Esto  en realidad no es solo miel; es la memoria de las flores que nadie ve", dice, sin apartar la vista de las celdas hexagonales.

Rafael empezó con cinco colmenas heredadas de su padre. Hoy maneja treinta y reconoce que la capacitación reciente le abrió los ojos:
"Yo pensaba que mi miel era buena porque la gente la compraba rápido… ahora sé que también debe cumplir humedad, acidez, grado de pureza, y eso lo dice un laboratorio, no solo el paladar".

Más allá del dulzor: cifras que hablan

Colombia produjo cerca de 7 000 toneladas de miel en 2022, según Fedeabejas, y el sector genera aproximadamente 10 000 empleos. En Cundinamarca, los programas de apoyo han permitido un crecimiento sostenido del 8 % en instalación de apiarios.

En Gachancipá, por ejemplo, una finca pasó de 40 a 250 colmenas en tres años, conviviendo con 7,5 millones de abejas y 140 vacas en un ecosistema de casi 300 hectáreas forestales. El resultado: más polinización, mejor floración y aumento en cosechas de frutales.

Pero no todo es expansión. Un informe de la FAO advierte que la pérdida de biodiversidad y el uso de agroquímicos amenazan a los polinizadores en todo el mundo. La capacitación de Viotá se convierte así en una estrategia no solo productiva, sino de preservación ambiental.

Testimonios de cambio


En La Mesa, Jhon Freddy Rodríguez combina la apicultura con el cultivo de café:

"Las abejas mejoran la floración del café y, al mismo tiempo, el café da sombra a las colmenas. Es un intercambio justo", explica mientras muestra sus registros de producción, que pasaron de 120 a 200 kilos anuales de miel tras implementar buenas prácticas.


El hilo invisible que une territorios


Cundinamarca no es el único departamento que apuesta por la calidad. En el Eje Cafetero, proyectos similares han elevado el precio de la miel en un 15 % gracias a certificaciones de origen. Sin embargo, la diversidad floral de Cundinamarca —que va de los páramos del Sumapaz a los valles del Magdalena— ofrece una ventaja única: mieles multiflorales con perfiles sensoriales difíciles de imitar.

El futuro en una gota

Los análisis entregados en Viotá confirmaron que la mayoría de las muestras locales cumplen con los parámetros de calidad exigidos para el mercado nacional e incluso para exportación. La meta, según la Secretaría del Agrocampesinado, es lograr que en 2027 Cundinamarca tenga un sello departamental de miel, respaldado por trazabilidad y análisis técnico.

Para Rafael Gaitán, eso significaría algo más que mejores precios:
"Es un orgullo es un orgullo. Es decirle al mundo: esta miel es de nuestras montañas, de nuestras manos, y es tan pura como el agua que bebemos".


Datos clave:

  • Producción nacional (2022): 7 000 toneladas de miel.
  • Empleos generados: 10 000 directos e indirectos.
  • Crecimiento del sector en Cundinamarca: +8 % anual en instalación de apiarios.
  • Apiarios registrados en Colombia: alrededor de 135 000 colmenas.
  • Impacto ambiental: las abejas polinizan el 75 % de los cultivos alimentarios.

Epílogo


Al final de la jornada en Viotá, los apicultores guardan sus cuadernos de apuntes, se ajustan el velo protector y regresan a sus colmenas. El zumbido sigue, constante, como un motor invisible. En cada gota de miel que producirán en los próximos meses quedará la huella de esta capacitación: ciencia, cuidado y una promesa dorada de futuro.