Por. Editson Romero Angulo. Periodista
“Nos tratan como si fuéramos delincuentes”, dice
Rosa, vendedora de hierbas desde hace 17 años. Su voz no tiembla, pero sus
manos sí. “Aquí trabajo para pagar el arriendo, para que mi hija estudie.
¿Dónde quieren que me ponga ahora?”
Las autoridades aseguran que hubo caracterización
previa, que se ofrecieron alternativas de reubicación a través del Instituto
para la Economía Social (IPES), que el procedimiento fue comunicado con
antelación. Pero en la calle, la versión es otra. Muchos no fueron notificados.
Otros no calificaron para los programas. Y algunos, simplemente, no tienen otra
opción.
La plaza de Paloquemao no es solo un mercado. Es un
ecosistema de subsistencia, una red de afectos, una economía popular que
sostiene a cientos de familias. La intervención, aunque legal, deja una
pregunta sin resolver: ¿puede una ciudad que se dice incluyente desalojar sin garantizar
trabajo?
País |
Enfoque principal |
Estrategias aplicadas |
Resultados observados |
Colombia |
Regulación con enfoque
judicial |
Operativos de
recuperación del espacio público, caracterización por IPES |
Desplazamiento de
vendedores, baja inclusión efectiva |
México |
Negociación y zonas toleradas |
Creación de corredores
comerciales, permisos temporales, diálogo con asociaciones |
Mayor estabilidad, pero con
problemas de clientelismo y corrupción |
Perú |
Formalización
progresiva |
Capacitación, acceso a
microcréditos, reubicación en mercados municipales |
Mejora en condiciones
laborales, pero limitada cobertura |
Argentina |
Cooperativas y economía popular |
Apoyo a cooperativas de
vendedores, inclusión en políticas de economía social |
Fortalecimiento organizativo,
reconocimiento institucional |
Ecuador |
Control estricto y
sanciones |
Multas, decomisos,
operativos frecuentes sin alternativas claras |
Alta conflictividad,
informalidad persistente |
Brasil |
Integración urbana y cultural |
Espacios públicos diseñados para
comercio informal, ferias temáticas, inclusión digital |
Reducción de tensiones,
valorización del trabajo informal |
Los vendedores no piden caridad. Piden condiciones. Piden que se les reconozca como parte del tejido urbano. Piden que se les escuche antes de ser removidos. Porque detrás de cada puesto hay una historia, y detrás de cada historia, una lucha.
Junto a Rosa, está Don Elías, quien vende plátanos
desde hace dos décadas. “Yo no tengo computador ni correo electrónico. ¿Cómo me
iban a avisar? Lo único que tengo es este carrito y mi clientela de siempre.”
Su testimonio, como el de tantos otros, revela una desconexión entre la
política pública y la realidad del territorio.
La crónica de Paloquemao no termina con el
operativo. Continúa en cada esquina donde se improvisa un nuevo puesto, en cada
voz que exige respeto, en cada propuesta comunitaria que busca alternativas.
Desde El Humanitario, proponemos una sección interactiva que recoja
estas voces, que compare modelos de regulación en otras ciudades, que visualice
el impacto de estas medidas en la economía popular.
Porque el espacio público no se recupera con
desalojos. Se construye con diálogo, con inclusión, con trabajo digno. Y en esa
apuesta, los vendedores informales no son el problema: son parte de la
solución.