Cundinamarca bajo la lupa: festines culturales, anuncios oficiales y tensiones regionales

Por. Editson Romero Angulo
Periodismo cundinamarqués

Un compendio de luces y sombras: los fastos del festival departamental, la discusión sobre movilidad, el pulso económico y social, y las preguntas que siguen sin respuestas para quienes viven, trabajan y se mueven entre los municipios de Cundinamarca y la ciudad capital Bogotá.




Política y Régimen de Movilidad

Pico y placa regional: Bogotá tensiona a Cundinamarca

El 1 de diciembre de 2025, el alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán, anunció que convocará una reunión con varios mandatarios, incluido el gobernador de Cundinamarca, Jorge Emilio Rey, para debatir la imposición de un “pico y placa regional” los sábados, aplicado a vehículos matriculados fuera de Bogotá.

La medida —según la Alcaldía— busca recuperar ingresos perdidos por impuestos vehiculares; pero gobernadores y alcaldes de municipios vecinos denunciaron que la decisión se ha planteado sin diálogo y podría afectar la movilidad y el sustento de miles de trabajadores que se mueven entre Cundinamarca y la capital.

Para muchos habitantes de municipios como Soacha, Chía o Facatativá, el anuncio representa un riesgo real de exclusión: más restricciones, más costos, menos libertad de movimiento. Un ojo vigilante debe estar sobre lo que vendrá del acuerdo.

Editorial: Cuando la movilidad se convierte en instrumento de recaudación y control, no en servicio público, se añaden barreras al derecho al trabajo y a una vida digna. La clase trabajadora —la que madruga, la que vive en la Sabana, la que transita entre municipios— no puede ser la variable de ajuste en disputas fiscales o de matriculación.

Cultura y Economía Regional

Cundinamarca Fest 2025: luces, cifras… y preguntas sobre su verdadero alcance

Del 13 al 16 de noviembre de 2025 el Parque Simón Bolívar en Bogotá albergó la quinta edición del festival departamental, con una amplia agenda cultural, artística, gastronómica, turística y comercial.

Según la rendición oficial del 17 de noviembre, el evento cerró con más de 140.000 asistentes.

Los organizadores reportan resultados cuantitativos: decenas de miles de platos típicos vendidos, comercialización de paquetes turísticos, alianzas entre productores agropecuarios y compradores, emprendimientos promovidos, y visibilidad mediática para Cundinamarca.

El festival incluyó también un pabellón de seguridad vial, donde un simulador de volcamiento permitió educar a más de 1.200 visitantes sobre la importancia del uso del cinturón de seguridad.

Reflexión de El Humanitario: Los grandes eventos y las cifras son llamativos — cultura, identidad, economía —, pero no sustituyen las necesidades permanentes de los municipios: servicios básicos, empleo digno, transporte decente, infraestructura rural. ¿Cuántos de esos beneficios quedan realmente para las comunidades apartadas? ¿Quién mide el impacto más allá del marketing del “orgullo regional”?

 

Movilidad & Transporte

Puente festivo con embotellamientos: dos millones de vehículos por Cundinamarca

Durante el puente de la Independencia de Cartagena (14–17 noviembre 2025) se proyectó que circularían más de dos millones de vehículos por vías del departamento.

Las autoridades dispusieron operativos de control, desvíos, contraflujos y habilitación de tercer carril en tramos claves — incluso en la Autopista Sur en Soacha — para mitigar congestiones.

A la par, el cierre de vías urbanas en Bogotá durante el festival (13–17 noviembre) generó desvíos, afectaciones al tránsito y molestias para quienes habitan la Sabana o transitan desde municipios de Cundinamarca hacia la capital.

Conclusión crítica: La movilidad en Cundinamarca sigue siendo un caos disfrazado de gestión. Transporte público insuficiente, congestiones, dependencia de vehículo particular y políticas de restricción que amenazan con empeorar la situación. Si no hay servicios públicos integrales y transporte digno, los problemas estructurales seguirán.

 

Sociedad — Ciudadanía y Territorio

¿Qué tan lejos está “el progreso”?

Aunque no todas las noticias del periodo se concentran en actos oficiales o festivales, las dinámicas de cultura, movilidad y economía afectan directamente la vida de los ciudadanos, particularmente de los más vulnerables.

Los beneficios del festival, cuando existen, parecen concentrarse en visibilidad, promoción comercial y un empuje temporal al turismo. Pero pocas señales indican que garanticen mejoras permanentes en vivienda, servicios públicos, empleo rural o equidad territorial.

Las políticas de tránsito, restricciones y controles pueden penalizar a quienes dependen de la movilidad para trabajar — sin ofrecer alternativas reales de transporte público decente o infraestructura de rutas.

El contraste entre “visibilidad mediática” y “realidades de abandono” se mantiene latente: identidad cultural, sí; dignidad material, aún pendiente.

Llamado de El Humanitario: Las autoridades deben rendir cuentas reales — más allá del espectáculo —, priorizando los derechos básicos: transporte digno, servicios públicos, trabajo, identidad, vivienda, salud. El progreso debe medirse en calidad de vida, no en conciertos ni cifras de visitantes.

 

Agenda Crítica — Lo que Seguimos Vigilando

Que cualquier medida de restricción vehicular sea debatida con la ciudadanía — especialmente trabajadores de municipios que se mueven hacia Bogotá — y no impuesta sin consultas.

Transparencia sobre los resultados del festival: ¿Cuántos empleos reales, sostenibles en el tiempo, generó? ¿Qué porcentaje de beneficios llega a municipios rurales, no solo a Bogotá?

Políticas permanentes de transporte público y movilidad justa: no más viajes eternos, caos vial ni dependencia del vehículo particular.

Justicia social real: acceso digno a servicios básicos, vivienda, trabajo, salud — en la capital y en cada rincón de Cundinamarca.

Espacios de participación ciudadana real. Que el “orgullo regional” no sea solo un eslogan en pavimento o tarima, sino una herramienta para exigir dignidad.

Conclusión

Cundinamarca sigue atrapada entre anuncios, festivales y promesas de “desarrollo” que muchas veces brillan como espectáculos — pero dejan atrás a la gente de carne y hueso. Desde El Humanitario Periodismo Libre e Independiente creemos que es hora de mirar más allá del escenario: reclamar políticas serias, permanentes; derechos concretos; dignidad palpable. Que la voz del territorio, de sus pueblos, no se disuelva en luces, música y visitantes… sino que retumbe en acciones reales, tangibles, para el día a día de su gente.