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Los hijos de Cundinamarca en la Vuelta de la Juventud 2025
Por: Edison Romero Angulo
Productor de Contenidos Informativos
Enviado especial para El Humanitario – Periodismo Libre e Independiente
La tierra hablaba. Desde las primeras pedaladas en Tibasosa, el asfalto caliente crujía como papel quemado bajo las ruedas del pelotón. Pero entre todos, había uno que no corría solo: cargaba a Tenjo en el pecho y a Cundinamarca en las piernas. Juan Felipe Rodríguez, ojos de horizonte y respiración de piedra vieja, tejía su conquista sin levantar la voz. Lo vi en la tercera etapa, cuando el sol caía a plomo sobre Mariquita y muchos comenzaron a vacilar. Él no. Su pedal era constante, casi como si no temiera a la fatiga, como si se alimentara de ella.
Junto a él, otros hijos de su tierra trazaban su camino. Estiven García, de Zipaquirá, fue escudero y centinela. Protegió a su compañero con una fidelidad casi medieval. En la quinta etapa, cuando el ascenso a Montebello exigía no piernas, sino fe, García se mantuvo férreo. Sabía que en el ciclismo no gana solo el que cruza primero, sino el que sostiene a los suyos cuando se tambalean.
Jaider Muñoz, |
Vi también a madres que lloraban con transmisiones mal sintonizadas en radios de pilas. A niños que dibujaban bicicletas en los cuadernos, escribiendo en letras torcidas: “Juan Felipe, campeón”. Vi a Colombia ilusionarse no con cifras ni estadísticas, sino con rostros humildes, sudorosos, que pedalean como si cada kilómetro fuera un tramo más hacia la esperanza.
Al final, cuando el sol se escondía en La Unión y la voz del locutor anunció que Rodríguez era el nuevo campeón, hubo un silencio breve en el podio. Como si todos entendieran que no era él solo el que ganaba. Era la tierra. Eran sus grandes luchas padres, su barrio, sus primeras caídas. Era, sobre todo, la certeza de que en Colombia, donde tantas veces los sueños se apagan antes de nacer, aún hay quienes pedalean hacia la dignidad.
Y nosotros, como medio libre e independiente, teníamos que estar ahí. No para contar una victoria más, sino para honrar la historia que rueda, resiste y sueña desde el corazón de Cundinamarca.