Por. SALUD
HERNÁNDEZ-MORA
Manifestantes se reúnen en el
lugar fue herido donde Dylan Cruz. EFE
Bogotá. Muere Dylan Cruz,
El joven asesinado por la Policía
y emblema del Paro en Colombia
En un panorama polarizado e
incierto, con paros y manifestaciones que el Gobierno intenta contener con
diálogo a varias bandas y medidas sociales exprés, la muerte del estudiante
Dylan Cruz, convertido en símbolo de la protesta, agudizó la tensión y caldeó
la calle.
Dylan Cruz, de 18 años, falleció
en la noche del lunes (madrugada en la Península), en el hospital San Ignacio
de Bogotá, donde permanecía ingresado desde el sábado. Ese día resultó herido
por un proyectil de perdigones que disparó un policía, al que retiraron de la
institución por lo sucedido.
La Justicia Penal Militar y la
Fiscalía General investigan lo ocurrido a fin de determinar responsabilidades,
y hay voces que exigen un castigo ejemplar para el agente y sus superiores. Lo
que se conoce hasta ahora es que el ESMAD (antimotines) pretendía disolver una
marcha pacífica de cientos de estudiantes y un oficial disparó un proyectil con
perdigones, una de sus armas de dotación, e impactó a Dylan en la cabeza.
Encarnaba al joven de familia
desestructurada sin horizontes. De padre desconocido y madre presa en Cali,
Dylan Cruz vivía en Bogotá con sus dos hermanas, de 21 y 16 años. Permaneció
más de año y medio en la Fundación Hogares Claret, "una comunidad
terapéutica, por problemas de comportamiento", según explicó José Luis
Perales, un antiguo compañero a la emisora local FM de RCN.
Quien hacía las veces de cabeza
de hogar era la hermana mayor, Denis, que acudió el mismo lunes en la mañana a
la ceremonia de graduación de bachiller de Dylan. En el colegio pronunció unas
breves palabras haciendo gala de una madurez que ha faltado estos días a
algunos líderes opositores, que cayeron en la tentación de instrumentalizar la
tragedia.
"Queremos que eso que pasó
con Dylan no sea para más disturbios, queremos que esto sea un detonante para
acabar con la violencia, con todo lo malo que pasa en el país", manifestó.
"Pedimos paz. Él luchaba por sus derechos".
Los médicos tratando a Dylan tras
ser herido por perdigones de la Policía.AFP
Como se anticipaba, el
fallecimiento provocó nuevas concentraciones y protestas en varias ciudades
colombianas a lo largo del martes, la mayoría sin incidentes serios hasta el
momento.
Horas antes, el Comité Nacional
del paro, integrado por una veintena de organizaciones sindicales y sociales,
mantenía un primer encuentro con Iván Duque en la Casa Nariño. Habían dejado
claro, en todo caso, que no cesarán las movilizaciones ciudadanas en todo el
país mientras no logren sus objetivos. El problema que afronta el Ejecutivo es
satisfacer el abanico de reivindicaciones que presentaron, al margen de las
propuestas de la gente del común que quiere diálogo directo con el presidente.
En su amplio pliego de
peticiones, el Comité reclama, antes que nada, la disolución del ESMAD y
depurar la Policía Nacional. En el plano económico, retirar el proyecto de ley
de reforma tributaria, no presentar la reforma laboral ni la de pensiones, no
privatizar ninguna empresa pública, cumplir los compromisos que adquirió el
gobierno de Juan Manuel Santos con estudiantes, indígenas, docentes, entre
otros. Así mismo, definir políticas ambientales que impidan, por ejemplo, el
fracking y un largo etcétera.
La 'Administración Duque', por su
parte, diseñó tres tipos de "conversaciones nacionales" que irán
hasta el 15 de marzo del año próximo: encuentro con los ciudadanos, con
diferentes sectores sociales, políticos y económicos, y con las regiones. En
ellos abordarán seis grandes ejes de discusión, empezando por la corrupción
para continuar con educación, paz con legalidad, medioambiente, fortalecimiento
de las instituciones y crecimiento con equidad.
En suma, las protestas, que
derivaron en graves hechos de violencia, lograron cambiar la agenda política y
dejar el país en el limbo mientras acuerdan algunos puntos. Y al igual que
hiciera Sebastián Piñera en Chile para calmar los ánimos, Duque anunció el
martes un paquete de medidas inmediatas, como devolver el IVA al 20% de la
población más pobre e incentivos al empleo juvenil.
No será fácil que consiga calmar
las agitadas aguas, dada la distancia entre sus fines y los del citado Comité,
que sin esperar resultados ya convocó un nuevo paro para este miércoles.
"Se está armando un cóctel
molotov que nos va a estallar a todos, y más con la desinformación en las redes
sociales", le dijo a EL MUNDO el congresista conservador, José Jaime
Uscástegui. "Los partidos opositores no se dan cuenta de que el cacerolazo
y las marchas no son sólo contra el Gobierno, sino contra todo el Estado. Es
una torpeza y una miopía que frente a esa bomba de tiempo, alimenten el odio
contra el sistema para conseguir réditos políticos".
La violencia vivida en las
calles, aunque muy lejos de la chilena, se refleja en lo sufrido por los
periodistas que cubrían las manifestaciones. "Hemos visto cifras récord de
agresiones contra la prensa. En 2013, en el paro agrario que duró 75 días, hubo
24 casos. Ahora, en sólo tres días, alcanzamos esa misma cifra", le dijo a
este diario Luisa Fernanda Isaza, coordinadora de Defensa y atención a
periodistas de la FLIP (Fundación para la libertad de prensa). "El
principal agresor ha sido la policía, seguida de los encapuchados. Hay un clima
de miedo y polarización que las redes sociales amplifican".
Tomado de.https://www.elmundo.es/internacional/2019/11/26/5ddd86fcfdddff51818b45bb.html