Por. Liga
Internacional de los Trabajadores
El “Día Internacional de la Mujer” no es una fecha
cualquiera, como durante mucho tiempo se viene tratando de hacer creer. En las
últimas décadas esta fecha fue desfigurada por la burguesía, por las
instituciones del imperialismo y el reformismo, que privaron el 8 de marzo,
primero de su carácter de lucha, comercializando el movimiento de liberación, y
segundo de su carácter de clase, convirtiéndolo en un día dedicado a celebrar
la “hermandad de mujeres” (todas mujeres, ricas y pobres, explotadoras y explotadas).
Y cada año, el 8 de marzo a través de los medios de comunicación, se realizan
homenajes hipócritas a las mujeres en general, tratando de transmitir el
concepto de que la opresión es una cosa del pasado, porque hoy en día las
mujeres son ministras, secretarias de Estado, juezas, presidentas y empresarias
“empoderadas”.
El 8 de marzo, como el 1 de mayo, son en su origen días de
lucha internacional de la clase trabajadora, y en el caso del 8 de marzo,
declarado el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, emergió como un
movimiento de base de las mujeres inmigrantes que trabajaban en las fábricas
textiles en Nueva York y organizaron huelgas y acciones de masas por mejorar
sus condiciones de trabajo y obtener el derecho a representación sindical. Como
ocurrió con el 1 de mayo, la lucha aguerrida de la clase trabajadora
norteamericana fue vista como un modelo a seguir por el resto del proletariado
mundial, y en 1910 la Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas propuso
hacer del 8 de marzo un día de lucha mundial de toda la clase obrera por
conseguir derechos e igualdad y por la liberación de la opresión y de la
explotación para todas las mujeres trabajadoras.
Pero toda la propaganda burguesa, que buscó desfigurar el 8
de marzo, no fue capaz de ocultar el hecho de que las mujeres siguen siendo
oprimidas, y que el machismo y la violencia aumentan cada día, cobrando miles
de víctimas. La violencia se transformó en una pandemia mundial. Los dados
apuntan que 1 de cada 3 mujeres ha sufrido violencia física o sexual y a cada
10 minutos ocurre un feminicidio. Esa situación se profundiza con la crisis
económica, en la que las mujeres inmigrantes, refugiadas y pobres son las más
vulnerables. Los asesinatos de mujeres trans, aunque no sean consideradas por las
estadísticas de feminicidios, deben ser reconocidas por nosotros como parte de
esta realidad.
Los feminicidios, acosos y violaciones, los matrimonios
forzados, mutilaciones genitales, la trata de mujeres, toda la violencia que
ataca de manera brutal a las mujeres, así como los altos índices de desempleo,
la desigualdad salarial, la doble jornada , las restricciones al aborto,
demuestran que el capitalismo no solo no liberó a las mujeres de su opresión
sino que la ha profundizado, sea para superexplotar a las mujeres y aumentar
las ganancias de los capitalistas, sea para dividir y debilitar a la clase
obrera. Ese es el principal motivo que ha llevado a las mujeres trabajadoras a
levantarse.
La nueva combatividad
de las mujeres trabajadoras
El año pasado, el “Día Internacional de la Mujer” no fue una
fecha más. La participación masiva de las mujeres y los hombres trabajadores al
llamado internacional para lograr un movimiento global de mujeres lanzado por
#NiUnaMenos, dio lugar en muchos países a movilizaciones extraordinarias
durante las cuales a los reclamos en contra de la violencia, se agregaron otras
solicitudes, como el derecho pleno y libre al aborto, salario iguales por igual
trabajo, contra el acoso sexual en el trabajo y estudio, contra los planes de
austeridad y los recortes a los derechos de las trabajadoras y trabajadores,
durante los cuales fueron bloqueados, parcial o totalmente, producción y
provisión de servicios.
La ola de violencia que ha afectado las mujeres es la
consecuencia de la agudización de todo tipo de desigualdades, operadas por un
sistema en crisis, el capitalista, que intenta auto conservarse y para hacerlo
descarga sobre los hombros de mujeres y hombres de la clase obrera el peso de
los planes de austeridad. Es también una reacción a la estrategia reformista de
conciliación de clases que, junto con las políticas burguesas de
empoderamiento, fueron utilizadas para engañar a los trabajadores y sus
sectores oprimidos sin que ningún cambio efectivo hubiera ocurrido.
Los sectores reformistas agitan que hay una “primavera
feminista”, como si estas luchas de las mujeres fueran un fenómeno desligado de
toda la clase. Nosotros, por el contrario afirmamos que hay un ascenso de las
luchas de las mujeres por sus demandas democráticas, y económicas y hace parte
de las luchas generales de la clase obrera.
El llamado a la huelga en 8 de marzo, como herramienta de
lucha para decir no a la violencia y el machismo, marcó en parte, el comienzo
de la superación del policlasismo inherente a las iniciativas anteriores y
planteó el problema desde un punto de vista de clase, con énfasis en el
concepto de que la lucha contra el machismo y la opresión de la mujer necesita
ser tomada por la clase obrera de conjunto (mujeres y hombres), como parte de
la lucha contra el sistema económico y social que la genera: el capitalismo.
Las socialistas estamos convencidas de que así como la lucha
por liberar a los oprimidos sólo puede ser victoriosa si es tomada desde el
punto de vista de la lucha contra la explotación capitalista y subordinada a
ella, la victoria sobre el capitalismo sólo puede garantizarse a través de la
unidad de toda la clase obrera en la lucha revolucionaria, lo que implica
incorporar las demandas de los sectores oprimidos en su programa y sus luchas
generales, y luchar con todas las fuerzas contra el machismo y la opresión de
las mujeres al interior de la clase.
Si acordamos con este punto, entonces no tiene sentido que
se convoque sólo a la mitad de nuestra clase para una día de lucha que apunta a
lograr ciertas reformas a favor de las mujeres, pero que para conquistar la
igualdad y el fin del machismo, es necesario eliminar de fondo el sistema de
explotación y opresión que nos ahoga: el capitalismo. Si luchamos por un 8 de
marzo anticapitalista, tenemos que unirnos todos y todas contra el machismo y
la explotación, contra el capitalismo y sus gobiernos sean encabezados por
hombres o mujeres
Por un movimiento colectivo que incluya y movilice a toda
nuestra clase
Existen dentro de las distintas agrupaciones que defienden y
están movilizando para el Paro del 8 de marzo importantes debates políticos, de
carácter estratégico, que tenemos que poder llevar a cabo dentro de un marco de
unidad en esta lucha. Dentro de ellos, el principal, tiene que ver con quién
está convocado a parar por las mujeres: ¿solo las mujeres o las mujeres y los
hombres de la clase trabajadora?
Algunas agrupaciones feministas quieren centrar el día de
lucha de paro de las actividades de las amas de casa, es decir una acción individual
contra los hombres. Nosotras las socialistas opinamos que ese enfoque es
errado, por dos motivos. Primero porque enfoca un enemigo equivocado (los
hombres como “clase” o colectivo homogéneo), y segundo porque le saca fuelle y
fuerza a nuestra lucha por la emancipación total.
Los hombres no son una clase social hay hombres explotadores
y otros explotados, aunque como tales tengan privilegios al interior de la
familia y la sociedad. El capitalismo reproduce y utiliza el machismo para
dividir la clase obrera y aumentar la explotación en su conjunto. Cuando los
hombres de la clase trabajadora son machistas ayudan de manera inconsciente a
la patronal en su tarea de explotar y oprimir a la clase de conjunto, de la
misma manera que todos los otros preconceptos que afectan a los sectores
oprimidos como los inmigrantes, las LGBTs, los negros. El capitalismo pone
sobre las espaldas de la familia trabajadora – y especialmente de la mujer–
toda labor doméstica y de reproducción de la fuerza de trabajo de la que se
benefician el Estado y los patrones, al mismo tiempo que en el mercado laboral
paga a las mujeres sueldos más bajos que a los hombres y en momentos de crisis
es principalmente la mujer quien aumenta el ejercito de desempleados, utilizado
para rebajar los salarios de hombres y mujeres.
El trabajador que no lucha en contra el machismo no tiene
plena consciencia de clase, pues, aleja de la lucha a mitad de la clase obrera
.Sus “ventajas” de no tener que cargar sobre sus espaldas todo el trabajo del
hogar cuando para la gran mayoría de las mujeres significa un doble turno, o
tener un sueldo más alto y otras veces aun descargar sobre las mujeres la
violencia de esta sociedad, no los hace iguales a los burgueses capitalistas.
No son los hombres colectivamente los que se apropian de los valores de uso
creados por ese trabajo. Los que se benefician de manera constante de todas las
miles de horas de trabajo explotado no pago realizados por las mujeres
trabajadoras no son los hombres como sujeto social, sino los patrones, y la
burguesía en su conjunto.
La degradación y alienación que este sistema reproduce,
transformando los seres humanos en objetos, en cosas, y humanizando las
mercancías, las cosas, produce grados tremendos de barbarie, La lucha contra el
machismo, el acoso y la violencia no puede ser sólo una lucha de las mujeres.
Queremos ganar a los hombres de la clase obrera para combatir y luchar con
nosotras en contra el machismo Pues, como decía Marx, no puede ser libre quien
oprime a otros.
Defendemos que toda la clase trabajadora debería parar en
defensa de las reivindicaciones de las mujeres: contra el feminicidio, por Ni
una a Menos!; por la legalización del aborto, por salario igual para igual
trabajo, por derechos iguales y porque el liderazgo principal lo deben tener
las mujeres trabajadoras en este proceso, así como defendemos los métodos
asamblearios, la visibilidad de las mujeres y la necesidad de desarrollar
secretarías o comisiones de mujeres en todos los organismos de nuestra clase,
empezando por los sindicatos.
Nuestra experiencia de lucha en los lugares de trabajo para
lograr la igualdad salarial entre hombres y mujeres es que al menos que un
sector mayoritario de los hombres se unan a las acciones, no podremos ganar,
porque la patronal usa el machismo para dividirnos y enfrentarnos. Nos parece
que a escala nacional y mundial esa unidad de clase en base a un compromiso
real de lucha por la liberación y de desarrollo del liderazgo político de las
mujeres es aún más clave.
Las burocracias sindicales son un obstáculo, hay que
fortalecer el sindicalismo combativo
Sin embargo y a pesar del gran entusiasmo que genera el
llamado a huelga en los EEUU y muchos otros países, las mujeres saben o
sospechan que el paro total que desean será difícil de lograr. En algunos
países el llamado se ha centrado al paro de las mujeres únicamente, en otros se
hace al conjunto de la clase a favor de los derechos de las mujeres, pero la
realidad es que no hay una sola central sindical mayoritaria que apoye el paro
verdaderamente y esté poniendo sus recursos para ellos.
Si bien, el sindicalismo combativo de lucha está movilizando
en varios países (como la CSP-Conlutas en Brasil, COBAS-Madrid en el Estado
Español y los sindicatos ligados a la Red Internacional de Solidaridad y
Luchas), ligándose a los procesos por la base, sin el apoyo real de las grandes
centrales, el paro se quedará el lo simbólico, como muchas de las acciones a
favor de las mujeres trabajadoras.
Las grandes federaciones como la AFL-CIO en EEUU, UGT o CCOO
en España no hacen ni mención al paro. De manera que no basta exigirles que lo
convoquen. Debemos hacer un gran movimiento desde la base por sacar de nuestras
organizaciones sindicales a esos burócratas que son los agentes del capital y
rescatarlas poniendo direcciones honestas clasistas y revolucionarias.
Trabajemos para que la huelga del 8 de marzo sea un éxito
Este año se ha vuelto a lanzar un llamamiento para el “día
internacional de las mujeres (trabajadoras)” de organizar una huelga global de
mujeres, que como mujeres proletarias apoyamos porque estamos convencidas de
que el significado original de la lucha debe ser devuelto al 8 de marzo;
Creemos que la huelga es el instrumento más representativo no del choque entre
sexos de la especie humana, sino de una clase social contra otra y, por lo
tanto, una oportunidad para demostrar a los capitalistas, hombres o mujeres,
que no tenemos miedo que somos capaces de socavar el sistema productivo, como
lo han demostrado los ejemplos de lucha y movilización en los últimos años;
porque creemos que la lucha de las mujeres trabajadoras debe ser parte de la
lucha que todos los trabajadores tienen que hacer contra el imperialismo y por
supuesto contra todo tipo de opresión.
No permitamos que el sexismo, la homofobia, el racismo, sean
utilizados por los capitalistas y sus gobiernos para aplicar los violentos
planes de austeridad que descargan la crisis económica mundial sobre las
espaldas de los trabajadores, los jóvenes sin empleo, y especialmente los
sectores más oprimidos como las mujeres.
La huelga del 8 de marzo, a diferencia de lo que muchas
organizaciones feministas en el mundo reclaman, en nuestra opinión debe ser una
huelga real, y no simbólica, abierta a la participación del conjunto de la
clase obrera. Debe aspirar a ser una huelga del trabajo asalariado y de
protesta contra las demás formas de trabajo invisible como el trabajo doméstico
no para penalizar a los hombres, sino a la patronal y a los gobiernos
capitalistas, exigiendo que este trabajo sea asumido por el Estado y los patrones.
Como mujeres revolucionarias, hacemos un llamado a los
compañeros de nuestra clase para unirse y apoyar la huelga convocada para el 8
de marzo. ¿Por qué no convertirla en una huelga general que paralice los
servicios públicos, tales como guarderías, lavanderías y comedores
comunitarios, centros de ancianos y discapacitados, clínicas y consultorios
públicos generalizados, y por tiempo libre para actividades políticas,
sindicales, culturales?
En las ciudades y sectores en que no existirá huelga,
llamamos a que se organicen grandes movilizaciones en las calles para marcar la
lucha en 8 de marzo por nuestras reivindicaciones.
La LIT-CI a través de nuestras secciones que están
participando activamente en la construcción de esta jornada de lucha y
movilización, llamamos a los sindicatos a proporcionar el apoyo necesario para
la huelga y las movilizaciones en las calles, realizando reuniones y asambleas,
en puestos de trabajo y estudio, para construir un gran día de lucha no solo de
mujeres, sino de todos los oprimidos y explotados.
¡Viva el 8 de marzo internacionalista!
¡Viva la lucha de las mujeres trabajadoras!
¡Abajo el explotador y opresivo sistema capitalista!
¡El 8 de marzo paramos todos y todas!