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viernes, 18 de abril de 2025

Jesús de Nazaret Crucificado: Condenado por el Sanedrín y Ejecutado por Roma en el Gólgota

 Por. Editson Romero Angulo

Productor de Contenidos Informativos


Edición Extraordinaria – Viernes, 7 de Nisán, Año 33 d.C.


Jerusalén – En una jornada marcada por juicios apresurados, clamor popular y una ejecución pública sin precedentes, Jesús de Nazaret —el profeta galileo que en pocos días revolucionó Jerusalén— ha sido crucificado este mediodía fuera de la ciudad, en el lugar conocido como Gólgota.

Los hechos se desarrollaron con dramática rapidez desde la madrugada. Según fuentes confiables, Jesús fue arrestado anoche en el Huerto de Getsemaní, tras ser señalado por Judas Iscariote, uno de sus discípulos, quien lo entregó a las autoridades religiosas con un beso.


Juicio en la oscuridad

El arrestado fue llevado primero ante el sumo sacerdote Caifás, donde se le acusó de blasfemia por proclamarse Hijo de Dios. Testigos convocados con premura no lograron coincidir en sus versiones, pero finalmente, ante la pregunta directa del sumo sacerdote, Jesús declaró: “Tú lo has dicho.” Con ello, el consejo lo condenó a muerte.

Sin embargo, como el Sanedrín carece de autoridad para ejecutar la pena capital, llevaron a Jesús ante el gobernador romano Poncio Pilato en la mañana, acusándolo ahora de sedición y de proclamarse “Rey de los Judíos”.

Pilato cede ante la multitud

Aunque en varias ocasiones el procurador romano expresó no hallar culpa en él, terminó cediendo ante la presión del pueblo, agitado por los sacerdotes. En un intento por liberar a Jesús, ofreció al público soltar a un prisionero como es costumbre en la Pascua. Pero la muchedumbre eligió a Barrabás, un reo acusado de insurrección.

Lavándose las manos ante el pueblo, Pilato entregó a Jesús para que fuera azotado y crucificado.




Crucifixión y muerte

A media mañana, Jesús fue llevado al Gólgota cargando su cruz, escoltado por soldados romanos. Una multitud lo siguió, muchos en silencio, otros burlándose. Fue crucificado entre dos criminales, con un letrero clavado sobre su cabeza que decía: “Jesús de Nazaret, Rey de los Judíos.”


Durante las horas de su agonía, según los presentes, pronunció frases conmovedoras: perdonó a sus verdugos, aseguró el paraíso a uno de los crucificados junto a él y, finalmente, exclamó con voz fuerte: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.”

Murió alrededor de la hora novena (aproximadamente las 3 de la tarde). En ese momento, testigos afirman que el cielo se oscureció y un fuerte temblor sacudió la tierra. Incluso se reporta que el velo del Templo se rasgó en dos.


Sepultura vigilada


El cuerpo fue reclamado por un miembro del Sanedrín, José de Arimatea, quien lo depositó en un sepulcro nuevo, tallado en roca. La entrada fue sellada con una gran piedra. Las autoridades han ordenado una guardia romana ante el temor de que sus seguidores intenten robar el cuerpo y proclamar su resurrección, como él mismo habría anunciado.

Jerusalén en silencio

La ciudad entera guarda una inquietante calma mientras cae la noche del día de preparación. El cuerpo de Jesús yace ahora en la tumba, pero su impacto en Jerusalén apenas comienza a sentirse. Algunos lo lloran como un inocente, otros respiran aliviados… pero todos coinciden: nada volverá a ser igual.

Seguiremos informando.