Por. Jorge Enrique Robledo
Senador
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Con cierta pedantería, se les oye
decir a quienes no les provocan daños las crisis, que estas son oportunidades,
afirmación a la que le dan una connotación positiva, de progreso social. Y los
ideólogos neoliberales utilizan la misma retórica para tapar los desastres de
sus políticas. Pero además de la palabrería calculada para confundir, es verdad
que los problemas graves pueden generar transformaciones. La pregunta es si
dichos cambios mejoran o empeoran las cosas.
Cuando, en 2008, se declaró en
quiebra Lehman Brothers, generando pérdidas financieras astronómicas y dándole
inicio a la mayor crisis económica mundial desde 1929, apareció una gran
oportunidad: para cambiar el modelo económico del libre comercio, que tiene
como su principal beneficiario al gran capital financiero global, el mismo que
creó el fraude de las hipotecas subprime que reventó a Lehman, o para
mantenerlo, empeorándolo.
¿Qué pasó? ¿“Que ante los hechos
los neoliberales aceptarían cambiar sus políticas”, como dijo algún iluso? ¿O
que hiper-plutócratas del mundo los usaron como una oportunidad para seguir con
lo mismo y apropiarse del espacio que perdieron los que se arruinaron o
debilitaron? ¿No utilizaron Obama y sus pares a sus Estados para favorecer a
sus dueños, es decir, a los magnates globales y exprimir aún más a los pueblos
del mundo, incluidos los de sus propios países? Para recordar un caso cercano,
la primera crisis del libre comercio en Colombia, en 1999, se usó para
consolidar al banquero que más controla en el planeta del total del sistema
financiero de su país –¡el 30 por ciento!–, seguir con el Consenso de
Washington y empezar con los TLC.
Al agotarse la bonanza minera que
tapó la incapacidad neoliberal para sacar el país adelante –agravando la crisis
cambiaría, comercial, fiscal, industrial, agropecuaria y social que venía desde
antes–, para bien o para mal, apareció otra oportunidad en Colombia.
La visión democrática indica que
debería servir para modificar las políticas del libre comercio y quitarles el
respaldo a los juanmanueles de todos los partidos. Pero según la Casa Blanca y
los centros de poder del mundo, de los que son tan sumisos aquí, toda crisis
debe usarse para llevar la concentración de la riqueza y la desigualdad entre
los países y las personas a niveles de escándalo aún mayores. Como en el
experimento del perro del premio Nobel Iván Pavlov, que suelta saliva cuando un
sonido le indica que se acerca la comida, están salivando algunos, en el
exterior y en Colombia.
La principal decisión de Santos y
el santismo consiste en no modificar en nada las causas del desastre nacional y
en, por el contrario, agravarlas. ¡Más libre comercio! ¡Más gabelas al capital
extranjero! En el caso del petróleo y la demás minería, tan de los intereses
imperiales y las trasnacionales, decidieron reducir las regalías y los
impuestos, disminuir los ya mediocres cuidados ambientales y empeorar las
condiciones de trabajadores y contratistas, así como promover una mayor
privatización de Ecopetrol. Se sabe que la ministra de Comercio –famosa por su
diatriba contra los arroceros (http://bit.ly/1IRnrkL)– cocina otra rebaja
general de aranceles que sería, como la de 2010 de Santos, con cero costos para
las trasnacionales, “al gratin”, que llaman (http://bit.ly/1HUSGNg). Van por el
Sistema Andino de Franjas de Precios que protege al agro, por lo que hasta
salieron los de Coca-Cola a culpar al azúcar de los precios mayores, como si
esa gaseosa no costara entre 54 y 100 por ciento más que Big-Cola, ¡y no por
causa del precio del azúcar! (http://bit.ly/1INGnRw). Con la falsedad de que el
PIC solo les sirve a “los ricos del café” –cuando los de más de 50 hectáreas
apenas producen el 7 por ciento del total (http://bit.ly/1MRduoe)– exigen que el
Estado abandone a su suerte a los cafeteros y acabe con sus instituciones,
según cláusula del TLC con Estados Unidos para que las trasnacionales controlen
100 por ciento de la intermediación del grano.
Tras una supuesta comisión de
sabios que tape lo ya determinado por el FMI y la OCDE, preparan una reforma
tributaria que tiene como principal objetivo aumentar el IVA, el más regresivo
de los impuestos contra el pueblo y las capas medias. Y salido de las mismas
instituciones de dominación global, buscan empeorar los derechos pensionales:
aumentarles la edad a las mujeres, reducir el monto de las pensiones y permitir
inferiores al salario mínimo.