POR RODRIGO ROJAS OROZCO*
El acuerdo de cese bilateral
definitivo del fuego que se firmó en La Habana entre el gobierno colombiano y
los negociadores de las Farc el pasado 23 de junio y que tiene como garantes a
la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y a la CELAC, es el inicio de una
ruta para que a partir de la firma definitiva de los pactos de paz, de los
cuales hay pendientes varios puntos por concertarse, esta organización
insurgente pueda convertirse en un movimiento político con plenas garantías
constitucionales y legales.
Este final del camino que se
inicia con este acuerdo, tiene- además de los puntos no negociados todavía-
varios escollos que superar.
El primer tiene que ver con un
recrudecimiento de los grupos neo paramilitares, herencia de un acuerdo que se
hizo en el 2006 de sometimiento a la justicia el cual no desmovilizó a todas
estas estructuras armadas, conformando nuevas organizaciones denominadas de
diversas maneras pero cometiendo los mismos crímenes y agrediendo a dirigentes
sociales, líderes de movimientos ambientales y de restitución de tierras.
Estos grupos neo paramilitares
comparten influencia en algunas zonas con presencia de las Farc, razón por la
cual las comunidades de estas áreas, tienen temores de ser atacados cuando haya
la dejación de armas por parte del movimiento insurgente. Por otro lado existe
la dolorosa experiencia de la Unión Patriótica, grupo político que fue
conformado por las Farc cuando firmaron acuerdos en el pasado con el gobierno
de Belisario Betancur (1982-86), y posteriormente fueron perseguidos y
asesinados más de 3000 de sus militantes.
Por esto es que se ha insistido
tanto en un Sistema Integral de Seguridad para el ejercicio de la política que
garantice a los miembros reincorporados y a las comunidades con las cuales han
convivido, el respeto a sus vidas.
Un segundo tema es el de los
presos políticos y de conciencia, que son acusados de ser miembros de la
guerrilla, y que están en condiciones carcelarias terribles, propias de un
sistema penitenciario, que tiene un hacinamiento en algunas cárceles de más del
300% y pésima atención médica. El reto es la capacidad del nuevo sistema
jurídico que se está creando, para darles una pronta salida a estos presos, ya
que una demora en atender este asunto vital, le quitaría credibilidad también a
los miembros de las Farc, en la eficacia de este proceso de paz.
Un tercer elemento es la llamada
resistencia civil al proceso de paz encabezada por el cuestionado expresidente
Álvaro Uribe y grupos económicos que ven en la paz una amenaza a sus negocios.
Esta "resistencia" se conjuga con una mala información y difusión de
lo acordado en la mesa, que se ha prestado para manipulación negativa y la
desinformación de grandes sectores de la opinión pública, que eventualmente en
un referendo podrían votar, dado su parcial conocimiento en contra de los
acuerdos.
Otro elemento, son las falsas
expectativas económicas que se han creado por parte de las regiones que piensan
en llegadas masivas de recursos a estas poblaciones, de manera inmediata sin
tener en cuenta las dificultades fiscales que atraviesa Colombia por los bajos
precios internacionales del petróleo, el carbón y otros minerales que son una
fuente fundamental de divisas para el país.
Este acuerdo incluye también la
creación de 23 Zonas Veredales Transitorias de Normalización y ocho campamentos
que serían los sitios de ubicación de las distintas estructuras militares
farianas en el territorio nacional, durante 180 días, anteriores a la dejación
de las armas. Sin duda representa un gran reto para el gobierno nacional el
poder disuadir a los poderes políticos regionales y algunas organizaciones
sociales que se oponen a la creación de estas zonas en sus territorios.
A manera de conclusión, hay que
señalar que todo se relaciona con una deficiente pedagogía y explicación de las
bondades de la solución negociada para mostrar a toda la comunidad colombiana
algo que es obvio pero que en este país no es tal: que es mejor la paz que la
guerra.
*Coordinador Nacional para
Colombia del Movimiento holandés PAX.