Desde hace algún tiempo,
muchas personas integrantes de la sociedad civil me sugieren que sea su
portavoz, en defensa de las ideas que realmente protegen sus derechos y las
ampare durante el próximo debate Presidencial.
Me preguntan ¿Qué hacer?
Frente a la estrategia de la oligarquía colombiana de volverlos a dividir, en
el 2018, entre Uribistas o Santistas-Farianos, que defienden el mismo modelo
económico. ¿Qué hacer, contra la guerra perpetua e idéntica de Uribe, Santos y
sus aliados contra los derechos del pueblo, que cada día se restringen mas,
para que se amplíen para todos los miembros de la sociedad civil?. ¿Qué hacer,
para haya una verdadera PAZ con JUSTICIA SOCIAL y no una mera cesación de un
conflicto armado? ¿Qué hacer, para que las víctimas de la violencia de la
sociedad civil, tengan sus derechos a la reparación, a la verdad, a la justicia
y la garantía de no repetición y no un tráfico de impunidades entre victimarios
del estado y del no estado?. ¿Qué hacer para que no lleguen los mismos con las
mismas, la clase política en su mayoría corrupta, o quienes negando su
pertenencia a ella o vociferando contra ella, sin embargo, reproducen sus
vicios, corrompen veladamente la constitución y la ley; y desde el congreso de
la republica usurparon ya la soberanía del pueblo y su poder constituyente,
cometieron Soberanicidio al no respetar el resultado del plebiscito, con lo que
demostraron su desprecio por el pueblo, al que hoy acuden para que los elijan
creyendo subestimarlo, sin poder lograrlo, pues el pueblo soberano y
constituyente sabe que quien no acepta su soberanía no es un verdadero
demócrata; como no lo es aunque se coloque el apelativo de demócrata, quien no
acepte que los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos. Sólo se
puede llamar demócrata, quien acepte que el pueblo es el titular de la
soberanía y del poder constituyente y que quienes lo integran son libres e
iguales en derechos?.
Los miembros de la sociedad
civil me interrogan sobre ¿Que hacer para que el debate electoral no sea un
diálogo de sordos entre los Uribistas y sus aliados que se oponen a todo lo
pactado en la Habana y la Alianza Santos-Farc, cuyo programa se reduce al
respaldo total a la habana, sin aceptar ninguna crítica y la ejecución de estos
acuerdos; esto es una cesación de un conflicto armado, sin una verdadera Paz
con justicia social, es decir una PAZ CON DERECHOS PARA TODOS, comenzando por
los derechos de los miembros de la sociedad civil?. Los acuerdos de La Habana,
NO cambian el modelo económico, sino que lo perpetúa; NO defiende la soberanía
nacional. NO le da a las víctimas de la violencia sus derechos a la verdad a la
justicia a la reparación ni la garantía de no repetición; NO le da los
colombianos la verdadera paz con justicia social ni la paz con la naturaleza,
NO está la preservación del medio ambiente; la lucha contra la corrupción y el
desempleo. En la Habana NO existe un compromiso sobre las Reformas agraria,
urbana y del sistema financiero; la reforma del congreso, de la Justicia, de la
educación y la salud. La redistribución de la riqueza y la lucha contra todas
las formas de discriminación incluidas la sexual y la racial. En los acuerdos
de la Habana brillan por su ausencia la Libertad e igualdad de los colombianos,
la Creación del estado autonómico o federal; el derecho a la vivienda para
todos, etc. No podemos dejar que estas ideas, en síntesis: Paz con justicia
social y democracia política y económica, desaparezcan del debate social y
político y por estas razones y por estos derechos, es que tenemos que ir más
allá del acuerdo de La Habana. Como debemos pensar en llevar estos temas a una
verdadera constituyente democrática, con refrendación posterior del pueblo.
Muchas personas de la sociedad
civil me interpelan sobre ¿Qué hacer para que los corruptos y las mafias del
delito, comenzando por las de contratistas, no se sigan apoderando de la
política, la sociedad y el estado?. Esas personas saben que el tema de la
corrupción va más allá de un tema de buenos y malos. Que pasa por el tema del
modelo económico, que defienden por igual Uribe y Santos, que las FARC
aceptaron no negociar en La Habana, que deshumaniza al hombre, lo cosifica y
convierte en mercancía, tenemos que cambiarlo, si queremos atacar una de las causas
objetivas de la corrupción. La sociedad civil sabe que la lucha contra la
corrupción pasa fundamentalmente por la lucha para darle derechos humanos a
todos los colombianos; la corrupción es grave, porque trastoca todos los
valores de una sociedad y de los individuos que la integran; porque envilece el
alma de las personas; pero lo es más, porque priva a las personas de una serie
de derechos humanos: los corruptos le quitan la salud al pueblo; la educación a
los jóvenes; el empleo a los trabajadores; las oportunidades de progreso a las
mujeres y de vivienda a quien no la tiene; etcétera. La corrupción es una de
las mayores fuentes de violación de derechos humanos y la falta de derechos
humanos, es un caldo de cultivo para la corrupción: cuando todas las personas
no tienen asegurada la educación, como un derecho humano, aparece el político
corrupto, que controla los cupos en los colegios o las becas en las
universidades y obliga a los padres de familia a que voten por él, a cambio de
darles la beca o escupo en el colegio para sus hijos. Cuando no está
garantizado el derecho al trabajo, o no se respeta el concurso de méritos, se
le da al político corrupto que maneja puestos o contratos, la oportunidad de
obtener votos a cambio de los puestos o contratos. Cuando sólo una minoría
tiene garantizado el derecho a la salud, se vuelve importante el político
corrupto que maneja la salud y que puede obtener votos a cambio de darle un
poco de salud al pueblo.
Por esta razón, si de verdad
queremos combatir a la corrupción, debemos darle, como dice la carta de la ONU
en su preámbulo, a todos los colombianos, todos sus derechos humanos, para de
esta manera hacer desaparecer los intermediarios corruptos, que juegan un papel
fundamental, cuando hay escasez de derechos humanos y pueden de esta manera
traficar con las necesidades del pueblo y perpetuar el círculo de la
corrupción. La lucha contra la corrupción, pasa por el otorgamiento de los
derechos humanos a todos los colombianos; a más derechos menos corrupción y a
menos derechos más corrupción. Son causas de la corrupción la pobreza, la falta
de salarios decentes. Sirve para combatirla, hacer realidad el derecho a la
educación universal, educar en ética y en valores; repudiar el maquiavelismo de
que el fin justifica los medios y de que todo se vale; por el contrario enseñar
con Kant que en toda esfera de la actividad del hombre, incluida la esfera
política, la mejor política es la corrección; que la fuente de la riqueza de
los hombres y de las sociedades debe ser su trabajo, es necesario la
transformación del régimen económico y político capitalista, que ha hecho del
dinero un Dios, que lo correcto es mejor
que lo bueno; que es necesario darle derechos a todos los colombianos, ya que
la falta de derechos es la que permite a los corruptos traficar con las
necesidades del pueblo; que son necesarias instituciones como la revocatoria
del mandato de todos los elegidos, comenzando por el presidente de la republica
y los congresistas y el voto en blanco, que de manera rápida, en un solo día,
sin violencia, y sin largos procesos judiciales, permita barrer a los
corruptos, pero en la versión original perfeccionada y no en la degenerada y
corrompida en que la convirtió la corte constitucional.
Miembros de la sociedad civil
me inquieren ¿Cómo hacer un programa que nos unifique y defienda nuestros
derechos?. Y les respondo que la sociedad civil democrática debe tener un
programa de acción social y un programa de acción política mínimo. Es un
programa mínimo, ya que nadie puede imponer la totalidad de su concesión de
sociedad y estado al resto de los demócratas, por lo que es necesario que
recoja los temas y enfoques fundamentales en los que existe coincidencia, como
por ejemplo la verdadera paz con justicia social, la defensa de la soberanía nacional,
las reformas agraria, urbana y financiera; el apoyo a las luchas campesinas,
indígenas y de los afro descendientes, la defensa y ampliación de todos los
derechos humanos.
Esa organización de la
sociedad civil democrática tiene como finalidad propagar educar y organizar al
pueblo colombiano, para que éste llegue al poder político, pues no podrá
realizar su ideal de sociedad o estado, concretado en su programa
socio-político, si no llega al poder político y desde ahí transformar la
sociedad colombiana. En esta tarea, la sociedad civil democrática, no puede
dejar ningún espacio, tema o tiempo libre a la oligarquía colombiana. Allí
donde esté la oligarquía y la mentalidad oligárquica en cada espacio, grande o
pequeño, en el barrio, en la vereda, en la ciudad o en el campo, en los
organismos de representación social o política, tiene que hacer presencia del
frente. No hay que dejarle a la oligarquía ningún escenario libre o tema
vacante; ya que los demócratas hemos aprendido, que entre marcha y marcha, entre
huelga y huelga, entre paro y paro, desde las gobernaciones, las asambleas, el
Congreso, desde los ministerios y la presidencia, con proceso de paz o sin
proceso de paz, cada día que pasa, desde esas instituciones, se producen actos,
leyes y decretos que les quitan los derechos a los colombianos. No se trata de
abandonar las luchas de las organizaciones sociales y de la social civil en las
calles y en la plaza; sino por el contrario reforzarla, fortalecerla y hacerlas
viables desde esas instituciones. Por esa razón el programa mínimo, que como
hemos dicho debe ser de acción social y acción política, debe respaldar tanto
la lucha económico-social por fuera de esas instituciones, en la sociedad
civil, como la lucha político-ideológica dentro de esas instituciones.
La sociedad civil democrática
debe contribuir individual o colectivamente a establecer el programa mínimo y
una vez planteada las propuestas y votadas las propuestas, las que obtengan
mayoría deben ser respaldadas por todos nosotros, propagadas en todos los
escenarios y nos organizamos y educamos en torno a ellas.
Miembros de la sociedad civil
me preguntan: ¿Quiénes deben ser parte de este proyecto? El pueblo colombiano,
comenzando por la sociedad civil democrática, integrada por mujeres y hombres
demócratas, indígenas demócratas, afro descendientes demócratas, jóvenes
demócratas; campesinos y obreros demócratas; víctimas del conflicto armado
demócratas; trabajadores e intelectuales independientes; simpatizantes del voto
en blanco y de organizaciones políticas y sociales de base; decididos a
organizarse, para tomar nuestro destino en nuestras propias manos; ser sujetos
y no objeto, de nuestro proceso histórico, tanto en el ámbito económico,
social, cultural, ideológico y político de Colombia.
Llegó la hora, en que la
sociedad civil, haga oír su voz y ejercer el poder de su mayoría, hasta ahora
silenciosa; que ha sido objeto de la violencia por parte del Estado y del no
estado; de la violencia armada y de la económica, de la política y de la
jurídica; de la social y de la cultural; de la violencia contra todos los
derechos de los colombianos: violencia contra su vida y su trabajo; contra su
salud y su educación; contra su integridad física y la integridad del medio
ambiente que lo rodea; violencia contra su libertad y su seguridad; violencia
contra su derecho al desarrollo y a la paz con justicia social; en una palabra
violencia contra todos los derechos de la sociedad civil.
decimos claramente, que los
demócratas de la sociedad civil, no somos inferiores a nuestro pueblo y a
nuestro momento histórico, ni eludimos nuestro compromiso con el futuro, que
vamos a luchar por la unidad de todas las personas demócratas, sin distinción
de partidos políticos u organizaciones sociales, sin diferencia de sexo, raza,
religión, edad, etc.; unidos también con el pueblo campesino y obrero,
constituyendo una organización con los estudiantes, con todos los trabajadores
de los distintos sectores de la economía, desde el área de la salud, pasando
por la educación hasta el sector minero; unidos con todos los luchadores y
luchadoras por la defensa de los derechos humanos de la sociedad civil. Ese
frente nos garantiza el triunfo de las fuerzas democráticas y la transformación
de las instituciones y las estructuras del Estado y la sociedad colombiana, en
una sociedad más justa, donde los colombianos vivan en paz con justicia social,
esto es, con más derechos. No podemos dejarnos distraer por razones
politiqueras, o por los que han recorrido todo el arcoíris político: antier rojos
o azules; ayer verdes o amarillos, hoy negros o morados genéticas o por los
prejuicios entre miembros de distintas regiones: las víctimas de la violencia
son de todas las regiones de Colombia; los desplazados son parias en toda
Colombia. La falta de derechos afecta por igual a todos los Colombianos
humildes. La pobreza no tiene regiones o azota por igual todas las regiones de
Colombia; los jóvenes no tienen trabajo en todo el territorio nacional. La
discriminación contra las mujeres o por razones sexuales o económicas no tiene
fronteras. La desigualdad campea por todo el país; la corrupción afecta todos
los colombianos honestos. Como nos enseñara Gaitán: El hambre no es liberal o
conservadora. Ya conocemos la receta de los Maquiavelos Uribe y Santos: Divide
y reinaras. El país nacional no se va a dejar dividir del país político.
Miembros de la sociedad civil
me interrogan ¿Si deben presentar un único candidato o varios candidatos, para
definir un único candidato en una consulta popular?. Considero que deben existir
varios precandidatos, pues todas las aspiraciones de los demócratas de la
sociedad civil, ya probados en la defensa de sus derechos fundamentales, son
legítimas y todos los nombres de los demócratas son importantes. Lo fundamental
es definir unas reglas de juego claras, y quien gane la consulta popular, será
apoyado por todos nosotros y de esta manera podremos enfrentar las candidaturas
de los santistas, de los uribistas y sus aliados y de todos los que usurparon
desde el congreso la soberanía popular. Si un elector no tiene varias ideas
para escoger no es libre, y es más libre si tiene más ideas para escoger; por
eso debemos presentarle muchas ideas. Porque las mafias secuestraron parte de
los partidos o parte de sus dirigentes o por qué no defienden los derechos del
pueblo, es que no podemos presentar nuestras ideas al interno de los partidos y
debemos presentarlas directamente al pueblo Colombiano. Debemos aclarar que la
mayoría de las bases o simpatizantes de todos los partidos no se han dejado secuestrar
o capturar por las mafias y ante ellas también presentaremos nuestras ideas. Es
el deber de los candidatos de la sociedad civil asumir su responsabilidad
histórica, demostrar que son personas de ideas y principios claros, luchar por
ellos en las condiciones más adversas y defenderlos-si es del caso- contra todo
y contra todos. Como dijera Gandhi parangonando a Tagore cuando su propio
partido lo abandono y lo dejo solo: Si tengo que caminar por un camino, por una
causa justa y nadie acude a mi llamado, caminare solitario, con mi conciencia, pero no
abandonare ni mis ideas, ni MI CAUSA JUSTA. Necesitamos candidatos que no
tengan, como dijera Adela Cortina, la ética del camaleón, que a todo se
acomodan y que pasan sin ruborizarse de ser ministros en el Gobierno de la paz
a ser ministros en el gobierno de la guerra, o que ayudaron a crear el engendro
uribista, o desconocieron los derechos de las víctimas de la violencia de la
sociedad civil a la reparación, la verdad o la justicia o la garantía de no repetición
o usurparon la soberanía y el poder constituyente del pueblo y ahora nos
quieren hacer creer que no tienen ninguna responsabilidad en los sufrimientos
del pueblo y en su falta de derechos.
Necesitamos candidatos que
crean que la mejor política es la corrección y la verdad; que la justicia
social es el camino correcto para una mejor sociedad, donde los hombres pueden
ser más iguales y libres. Candidatos que estén convencidos que, aun dentro de
nuestra pobreza, podemos vivir mejor, si no somos corruptos y somos
trabajadores. Candidatos que tengan la certeza que los colombianos no son una
cosa que se les puede utilizar; que los hombres son un fin en sí mismo y que
por lo mismo todos deben disfrutar plenamente de todos sus derechos, porque
todos son igualmente dignos.
Candidatos independientes que
crean, en síntesis, que el futuro siempre puede ser mejor que el presente; que
podemos vivir mejor y con más derechos.
Integrantes de la sociedad
civil me dicen: ¿Qué hacer frente a poderes económicos, políticos, en medios de
comunicación y mafiosos tan fortísimos?; y les respondo que sabemos lo difícil
de nuestra misión; coincido con quienes hablaron que el debate electoral es
inequitativo y desigual, que nuestros adversarios detentan ya el poder político
y económico. Los medios de comunicación oficiales o no; la fuerza material
utilizada políticamente y como dijera el poeta, “poderoso caballero es don
dinero” oficial.
Coincido con los que me
expusieron la idea de que los Goebbels criollos creen que repitiendo una
mentira mil veces esta se convierte en una verdad, y la peor de sus mentiras es
que son invencibles. Que nada de lo que hagamos sirve para derrotar su proyecto
político. Que antes de actuar ya estamos condenados al fracaso. Que pueden
violar todos los derechos de todos los colombianos durante todo el tiempo y que
nada pasa. Que pueden obtener con la corrupción, la mermelada y el delito una y
otra reelección y que nada sucede.
A quienes creen que los
regímenes de terror, hambre, miseria, violación masiva de derechos son eternos,
debemos recordarles que la última vez que un dictador quiso declararlo así, fue
durante el régimen nazi, que según su fautor, Hitler, el III reich debía durar
mínimo mil años, y doce años después se encontraba en cenizas, y el dictador se
había suicidado para no responder por sus crímenes de lesa humanidad y
genocidio y se restableció el estado social de derecho.
A quienes por intermedio de
los medios de comunicación y de las encuestas quieren introducirnos este
fatalismo, con el propósito abyecto de desmoralizar al pueblo y matarle la
esperanza, queremos decirles que no se lo vamos a permitir, porque somos
hombres y mujeres libres, dispuestos a tomar nuestro destino como dijera Kant
en nuestras propias manos. Decididos a asumir nuestros deberes y nuestras
responsabilidades históricas, incluida la de presentar otras ideas para abrirle
los ojos al pueblo, y no votar por las suyas.
En mi caso particular, debo
responderles que en el 2010 asumí mi responsabilidad histórica de defender los
derechos de los colombianos y que fui el único candidato, que me opuse a la
guerra y defendí la paz con justicia social entre colombianos y la paz con
nuestros hermanos latinoamericanos; que como dijera José Martí, la mejor manera
de decir es hacer y que como ya defendí los derechos del pueblo es seguro que
continuare defendiéndolos: Les di, por primera vez, en el 2001, a las víctimas
de la violencia sus derechos a la verdad, a la justicia, a la reparación y la
garantía de no repetición; a las mujeres sus derechos como madres cabeza de
familia, en su licencia de maternidad, o la libertad para que decidieran
autónomamente que hacer cuando resultaban embarazadas al sufrir la tragedia de
la violación. A los trabajadores y pensionados les di el derecho a conservar el
valor adquisitivo de su salario; a los pensionados su derecho a que no les
quitaran su salario si previamente no los incluían en la nomina de pensionados.
Defendí los derechos de los niños para que prevalecieran sobre los demás;
defendí a los jóvenes, a las afrodecendientes cuando las discriminaron para que
no entraran a una discoteca en Cartagena; a los indígenas cuando les fumigaban
o quitaban sus territorios ancestrales o les quitaban su saber milenario las
trasnacionales farmacéuticas. Luche contra
la discriminación por razones de raza,
religión, opinión política o filosófica, para que todos tuvieran iguales
derechos incluidos quienes tienen preferencias sexuales distintas a las mías y
pudieran darle a sus parejas la seguridad social, los alimentos, la sustitución
pensional. Defendí a los consumidores para que no les pusieran más impuestos de
IVA cuando la situación económica se había empeorado; defendí a las víctimas
del Upac-Uvr, para que no les quitaran su vivienda a 2 millones de colombianos.
Defendí la autonomía regional para que las personas donde viven, puedan darse
sus autoridades, manejar sus recursos y resolver sus propios asuntos. Defendí
la autonomía universitaria y más recursos para las universidades públicas; el
aumento de la cantidad y la calidad en la
educación y la salud; la creación de empleo y los derechos de los
trabajadores, que no les quitaran sus conquistas laborales. Me opuse al TLC con
estados unidos y a la reelección de Uribe. Como abogado independiente recupere
(con 3 personas) la personería jurídica de la Unión Patriótica y antes había
logrado que se anulara la nota diplomática, por medio de la cual la oligarquía
colombiana le regalo a Venezuela los Monjes, lugar donde se concentran las
mayores reservas de petróleo del mundo. Estas son solo algunos de los derechos
que he defendido. Como dijera José Martí: hacer es la mejor manera de decir e
hice desde la Corte Constitucional, o como abogado independiente, por los
derechos de mis hermanas y hermanos colombianos.
Quiero responder a las miles
de personas que por uno u otro medio, verbal o escrito, me hicieron esas
reflexiones, que me comprometo a ser portavoz de una parte de la sociedad
civil, con estas, sus ideas y de otras; que las defenderé hasta el final del
debate por la Presidencia de la República y mas allá si fuera necesario, hasta
el fin de mi existencia, porque creo en ellas Y SON UNA CAUSA JUSTA.