Lo primero es la prudencia, recuerde " La prudencia
hace verdaderos sabios"
La visita que más prudencia nos exige es la que se hace a un
enfermo, sobre todo en los casos de gravedad. De ninguna manera debemos ser cansones
y mucho menos se debe aumentar la aflicción de los familiares, manifestando
temores alarmas o noticias que hagan concebir la idea de un resultado funesto.
El típico caso de y mi tía murió de eso, o esa enfermedad es
grave. En lo posible no empezar a formular, pues no conocemos las contra-indicaciones
y además no es usted especialista médico y si por algún caso se es, debe tener
la prudencia de respetar el proceso del otro profesional.
Estar dispuesto a escuchar, más que a hablar; una de las
necesidades esenciales de la persona enferma, y sus familiares es la de ser
escuchados. El escuchar es ofrecer nuestro cobijo hacia el otro; escuchar para amparar
en nuestro intimidad a aquel que nos charla y existir juntos en la aprendizaje de
la enfermedad si bien solo acompañamos en esta experiencia; el enfermo al
sentirse sentido siente la emoción de que posee un compañero de camino.
Si el enfermo esta grave y no puede hablar y te permiten estar con é
l en silencio a su lado acompaña y dale con tu presencia ese compañero de camino que necesita en silencio.